El 2 de julio se conmemoran los primeros cien años de la muerte de uno de los más grandes estadistas que México ha visto; un centenario ha pasado ya desde que la vida de Don José de la Cruz Porfirio Díaz Mori se apagó en el exilio, lejos de su patria el general y héroe del 02 de abril murió rodeado de su familia y algunos amigos en su residencia de París. Más de 36 mil días han transcurrido desde la muerte de Don Porfirio y sus restos no han podido regresar a su país, la mezquindad histórica que prevalece en la mentalidad de diversos personajes nacionales han impedido que el gran transformador de México vuelva a la patria que le vio nacer, por cierto un 15 de Septiembre.

Es necesario repensar a Don Porfirio Díaz, también es necesario desmembrar la historia que se divide en vencedores y vencidos; en liberales y conservadores, pero sobretodo en héroes y villanos. Gran parte de la historia oficial aborrece la figura del general por su gran necesidad de justificar a la propia Revolución Mexicana; hundido hasta el último de los peldaños cívicos de la nación, Porfirio Díaz prevalece en la sombra y la oscuridad de un pasado en el que se le reconoce solamente como un tirano represor.

Grandes cronistas han destacado la enorme obra de Díaz, considerado como el reformador o pacifista que puso a México en el plano internacional, reconociendo así sus grandes dotes de estadista y negociador que insertó a nuestro país en el camino del orden y el progreso. Hace ya algún tiempo Octavio Paz aseguraba que Díaz era el héroe de la paz puesto que había logrado suprimir la anarquía, pero el precio también fue caro, se había sacrificado la libertad.

México le debe mucho a Porfirio Díaz y a quien le incomode es por algo; la estabilidad política, económica y social de la que gozó el país durante gran parte de su mandato es algo que pocos pueden lograr aún en la actualidad, a Porfirio Díaz hay que juzgarle si y sólo si lo hacemos conforme vivió en su época y momento, es muy egoísta achacarle al general situaciones que están completamente fuera de su contexto histórico. La mezquindad con la que se le trata a la figura del héroe del 2 de abril obedece a nuestra imposibilidad perenne de mantener la historia de manera axiológica, es decir, sin juicios de valor que determinen a quién se le festeja y a quién se le condena.

Cien años se cumplen de mantener sus restos en un exilio injusto, sin considerar los que transcurrió en vida; su figura como diría Paul Garner incomprendida y difamada merece el día de hoy una reconciliación histórica y política así como un reconocimiento del propio Estado. Habrá quien asegure que el Neoporfirismo es peligroso, y quizá tenga razón, es peligroso porque destruirá el encumbramiento de su figura como villano y dictador y abrirá paso al estudio más positivo de su figura, obra y legado.

En este primer centenario de la muerte del General Porfirio Díaz me permitiré rescatar un breve fragmento escrito por Anne Marie Mergier sobre el último día de vida de Porfirio Díaz: ?A media mañana del 2 de julio la palabra se le fue acabando y el pensamiento haciéndose más y más incoherente? Perdió el conocimiento a las seis, por la ventana entraba el sol, cuyos tonos crepusculares doraban las copas de los castaños? Era el sol cálido de julio, pero él, vivo aún, tenía ya toda la frialdad de la muerte. A las seis y media expiró, mientras a su lado el sol lo inundaba todo en luz??

Cien años, así ya pasaron cien años.

Hasta siempre General.

Espero sus comentarios @_ESaavedra