Hace unos días, apenas comenzados los juegos olímpicos, Twitter se enfrascó en una innecesaria polémica tras suspender la cuenta del periodista británico Guy Adams, quien desde su cuenta de Twitter lanzó mordaces comentarios contra la cadena que transmite las olimpiadas en EU, NBC.

Bajo ninguna circunstancia los comentarios que lanzó Adams podrían haber sido considerados ofensivos, mucho menos considerando el hecho de que fueron hechos contra una corporación, no contra una persona.

Aun así, la cuenta del británico fue suspendida, después de que la televisora enviara una queja contra Twitter instigados por empleados del sitio.

¿Lo interesante? NBC y Twitter son socios durante la transmisión de los juegos olímpicos. Twitter resalta contenido de las olimpiadas en su sitio, el cual proviene de NBC.

Apenas un día después, Guy Adams recuperó su cuenta. Pero esta actitud en donde un grupo de empleados ‘barberos’ juegan a ser juez, jurado y ejecutor para proteger a su “socio” realmente levantó dudas tanto entre usuarios de Twitter como entre expertos.

Si algo ha logrado Twitter ha sido el forjarse una imagen de ser una compañía que se opone a la censura en lugares como Egipto o Cuba. Pero con actitudes como esta, originada por una alianza estratégica con una de las televisoras más poderosas del mundo, el sitio de micro blogueo comienza a zigzaguear en esa delgada línea que es la censura.

 

Mucho cuidado tiene que tener la empresa estadounidense en desperdiciar este capital que ha conseguido en los 6 años de su existencia por un puñado (o más bien, millones) de dólares.