Hace unos días la prensa nacional dio cuenta del Congreso del SNTE en Cancún, en donde de nueva cuenta y realizando una faena propia de su alcurnia la Profesora Elba Esther  quedó ratificada al frente del magisterio corporativo en un puesto denominado rimbombantemente Presidenta del Consejo General Sindical para el Fortalecimiento de la Educación Pública. Este hecho no sorprende ya que la dirigente vitalicia nos tiene acostumbrados a escuchar que cambia de título directivo en su sindicato cada y cuando le conviene.

Elba Esther encarna todos los atributos de la política gansteril que es capaz de realizar todo tipo de componendas para afianzar sus posiciones de poder aunque estas le valgan el descrédito de por vida. Es cierto que esto último no le preocupa, ya que a pesar de ser el personaje con mayor repulsión en la vida pública nacional (junto con cierto ex Presidente del “priato” cuyo nombre no revelaré) continúa profiriendo discursos en donde mezcla magistralmente el cinismo y la soberbia con  la ficción.

Sin embargo no deja de llamar la atención el hecho que de los casi 3500 delegados que participaron en su asamblea, no exista  la más mínima oposición o cuestionamiento. Es cierto que los opositores no están en el SNTE sino en la disidencia pero, ¿acaso es tan alto  el grado de servilismo de los supuestos representantes sindicales?.

Me resisto a creer que la única respuesta a tal cuestionamiento sea una afirmación contundente, ya que de ser así la pregunta subsecuente es ¿en manos de quien está la educación en México? Y por tal no me refiero a las cúpulas de la dirigencia sindical ni de la alta burocracia de la SEP, sino a los cientos de miles de profesores que se encuentran día tras día frente a grupo.

Sin descalificar la labor educativa de los docentes, lo cierto es que la base trabajadora alineada al SNTE quiérase o no termina siendo la muda cómplice para que la profesora tenga hecha añicos la educación en México, para que negocie vilmente con ella y para anclar al país en el atraso social. La apatía y el conformismo de las mayorías terminan por ser el verdugo que balancea el hacha sobre el sindicalismo en la educación, en conclusión y como dirían los clásicos: “en el pecado llevan la penitencia”.

La profesora ya hizo planes de cogobierno con Peña Nieto, al igual que Romero Deschamps ha trazado su plan para ser actor principal en la apertura total de PEMEX a la iniciativa privada, los frankensteins  sindicales creados y fortalecidos a la sombra de los gobiernos priistas y panistas amenazan no solamente a sus propios agremiados, sino a convertir a la política en un grotesco circo con el que nadie ríe ni se divierte.

La legendaria Batalla de las Termópilas en la Grecia de las Guerras Médicas donde Heródoto  inmortalizó a los 300 combatientes espartanos  que resistieron los embates de los miles de persas  y les  vendieron cara la derrota, es un relato en donde el honor, la valentía y el sacrificio son las características de los 300 y demás aliados griegos, pero se preguntarán ¿y ese tema que tiene que ver con el sindicalismo charro del SNTE? y la verdad pues nada, solamente este tema lo saco a colación ya que me resulta interesante comparar esa legendaria hazaña que pervivió a través de los siglos con la lamentable actuación de los 3500 delegados sindicales del Congreso de la SNTE, los cuales en lugar de resistir valerosamente las corruptelas de la Profesora,  seguramente pasarán a la historia y serán recordados en el futuro pero al contrario de los primeros, por sucumbir cobardemente ante una “computadorcita” de 10 000 pesos y dos días en un hotel de Cancún,  obsequios por cierto ínfimamente  baratos para una lideresa charra y extraordinariamente rica cuyo presupuesto anual producto solo de cuotas sindicales ronda los mil cuatrocientos  millones de pesos. Vaya forma de dejar huella.