En el libro Historia como Sistema (1941), José Ortega y Gasset escribió: “creemos en algo con fe viva cuando esa creencia nos basta para vivir, y creemos en algo con muerta, con fe inerte, cuando, sin haberla abandonado, estando en ella todavía, no actúa eficazmente en nuestra vida”.

En la vida pública del mexicano esta afirmación toma sentido cuando hablamos de corrupción. Los mexicanos creemos, sin duda, que vivimos en un país corrupto y esta creencia domina nuestras vidas al grado que quien participa activamente en la vida política cree tener sólo dos opciones: ser parte de la corrupción sin miramientos o ser parte de la corrupción “disque” para poder generar algún cambio positivo.

En cambio, cuando hablamos de la fórmula “combate a la corrupción” creemos en esta como algo muerto que no impacta en nuestras vidas. O, en otras palabras, creemos en la impunidad con “fe viva” y en el combate a la corrupción con “fe inerte o muerta”.

Bajo este escenario se puede advertir que quien cree en lo individual en el combate a la corrupción, se enfrente a un mundo inerte o una colectividad dominada por la “fe muerta”, lo que convierte sus “propósitos” en una odisea. Y hay muchas voces desesperanzadoras que recuerdan la “muerte” de la colectividad cuando dicen: “uuuuh ¿y crees poder hacer algo?”, “tarde o temprano serás igual que ellos”, sólo no vas a poder hacer nada”, “para qué le mueves si no pasa nada”, entre otras expresiones.

La remoción de Santiago Nieto Castillo ha puesto en evidencia que Enrique Peña Nieto, así como el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y sus representantes saben de esta condición en la que vivimos, por eso no les importa el supuesto costo político que esta decisión tiene, porque lo que en realidad están haciendo es reafirmar la fe viva en la impunidad. Lo que están mostrando es el “músculo” de un sistema lleno de recovecos para asegurar su existencia. No es que tengamos memoria de corto plazo, es que nos hemos acostumbrado.

No es la primera vez que se ve. En seis años lo han expresado a gritos; gritos que se ahogan en letanías bien aprendidas no para convencer a la población de que ellos hacen y dicen lo correcto, sino para recordarnos que hagan lo que hagan, su farsa siempre pasará por verídica. Ahí está la Casa Blanca, la Estafa Maestra del Gobierno Federal, el socavón de Cuernavaca, la investigación sobre Ayotzinapa, el caso Mireles y muchos otros actos que ustedes identificarán fácilmente, ya sea en el gobierno federal, en los gobiernos estatales o en los municipales. Incluso, no importa el partido político, sólo que todos sabemos quién es el maestro.

Ojalá se lograra la restitución de Santiago  Nieto como titular de la FEPADE porque así podría reanimarse la “fe muerta”; ojalá que si esto sucede, se demuestre la corrupción de Odebrecht en nuestro país y sus vínculos con el sistema; ojalá que el “despertar” de México no se quede en la solidaridad ante una catástrofe natural y que se inicie la reconstrucción de nuestro sistema para reanimar la fe en la honestidad y el amor por el prójimo en cualquier momento, porque lo que nos hace falta es creer los unos en los otros.

Twitter: @LeonardoFS__