-¿Qué música vas a poner?- le pregunté.

-No sé, ¿cuál quieres?- me contestó Miranda, el dueño de este Casino.

El barman se había ausentado y tuvo que ocupar su lugar. Así que debía servir los cocteles y poner la música.

Con manos de principiante, fue conociendo la barra.

Miranda es un hombre sabio en materia de política. No conozco a nadie más sabio que él. Cuando este Casino no existía, ocupaba cualquier plática con cualquier persona para hablar de política. Y lo que él decía, o lo que él pronosticaba, casi siempre se convertía en realidad.

Un día le dije lo siguiente, mientras nos estaban rompiendo la madre en un Casino sureño:

?Este lugar tiene todos los ingredientes de la política mexicana?.

Años después, él se retiró del juego y montó este Casino, especializado en apuestas políticas.

 -Qué bueno que ya no apuestas- le dije mientras acomodaba los caballitos de tequila.

 Me miró con cierta lástima, porque sabe que yo estoy hundido en el azar. Limpiaba los vasos y me miraba con melancolía.

 -Y tú, ¿nunca vas a dejar de apostar?- me preguntó.

 -No, nunca.

 -¿Por qué?

 -No entiendo este mundo sin pensar en la política. Y el riesgo de las apuestas me permite vivir de cerca ese mundo, como si yo fuera parte integral de un hecho o una noticia. Y además, toda mi vida en su uniformidad ha sido una apuesta. Todos somos una creación del azar.

 -Buen punto- me dijo-, ?todos somos creación del azar?.

Como Miranda era el barman, me dijo que la cuenta iba por su cuenta.

-Yo me negué, en principio, pero después pensé que no era tan mala idea.

Así que tras pedir mi cuarta cuba, campechana y con más agua que coca, cambié dinero por fichas y me senté en una mesa de blackjack. El dealer estaba hablando del inminente relevo en la dirigencia de Morena, el partido de AMLO.

Le hice la seña con la mano para que me diera una carta.

-Yo estoy en contra de un partido de un solo hombre- me dijo al darme la carta.

En el siguiente turno, me preguntó si quería carta o no. Yo tenía 17 puntos, y él 19. Como sabrán, el número mágico es 21. El que esté más cerca de eso, sin pasarse, gana.

Me retó diciéndome:

-Andrés Manuel no quiere un buen partido, ni le interesa tener buenos cuadros, él sólo quiere un partido para que lo lleve a la presidencia. El partido, para él, es un medio, no un fin. Sin AMLO, ese partido quedaría huérfano.

Le pedí una nueva carta y le dije que, ante la próxima salida de Martí Batres de la dirigencia nacional, AMLO nos iba a sorprender con un nuevo dirigente a la altura de las circunstancias.

  -¿Y en quién piensas?- me preguntó riéndose-. No me vayas a decir que en Yeidckol Polevnsky.

 -No, por supuesto. Debe ser una persona que ayude a enriquecer el debate. Con ideas vanguardistas. Que venga a oxigenar la política nacional. Alguien que conozca muy bien la historia de México.

Antes de que me diera la nueva carta, doblé mi apuesta.

Le dije que la persona ideal se llama Paco Ignacio Taibo II.

Me dio la carta y me pasé del 21.

Tuve que regresar a la barra, cabizbajo. Me quedé sin fichas para insistir en la pertinencia de elegir a ese excelente escritor como nuevo dirigente de Morena.

Pero estoy convencido de lo que hablo: sería un hitazo elegir a Taibo II.

Él, desde luego, aportaría un gran personaje al movimiento de Andrés Manuel. Sería un personaje bastante peculiar.

Es un escritor que ha realizado memorables piezas histórico-literarias. Además, es un elemento activo en la lucha ideológica, territorial y cultural de AMLO. Y creo que eso se le ha reconocido poco.

Los buenos escritores, por lo regular, no se enfrascan en las luchas electorales, porque estiman que su capital intelectual es algo superior. Y en el caso de Taibo II, no ha sucedido así. Él ha sido un gran activista mediático y cultural. Es capaz lo mismo de organizar ferias de libros que mítines a favor del Peje. Pocos saben que Bill Clinton, el ex presidente estadounidense, lo tiene como uno de sus escritores favoritos. Sus biografías del Che Guevara y Pancho Villa son memorables. Tiene más de 50 libros publicados en idiomas como el ruso, turco, finlandés. Ha inmortalizado al detective Héctor Belascoarán. Es el creador de la novela Días de Combate.

La designación de Taibo II en este momento viene bien, pues es un personaje coloquial, dicharachero y a la vez profundo. Es un tipo verdaderamente ameno.

Taibo II nos liberaría de los discursos políticos aburridos y ásperos. Él dice lo que piensa y no tiene pelos en la boca.

Tuve que regresar a la mesa de blackjack, aunque sin fichas, para conocer el curso del debate. El dealer seguía ganando, así que podía envalentonarse. Le cayó un 21 y le vi la cara de satisfacción. Retó a los jugadores con lo siguiente:

-Taibo II no es político, no sirve para dirigir un partido político.

Me encabroné.

 -Por eso mismo, porque no es un burócrata de la política, él es un escritor y un activista de izquierda. Qué bueno que no es político- le dije

Un elemento de seguridad se acercó a mí y me dijo que tenía que callarme, porque si no apostaba no podía participar en el debate de la mesa seis.

Me alejé gritando: ?¡Y no es un escritor mamila, es un tipo ameno e inteligente!?.

El dealer se reía por dentro, estoy seguro, mientras el señor de seguridad me conminaba.

Volví a refugiarme en la barra, murmurando:

Sería genial un dirigente como Taibo II.

Por ejemplo, odia los trajes. Sería un dirigente fresco y que inmediatamente conectaría con los jóvenes, conservadores y ultras... Sus discursos tendrían el ingrediente de la credibilidad.

Miranda, al verme derrotado y soñador, me recomendó tranquilidad.

 -Estoy tranquilo, pero cuando pierdo, por lo regular me quedó con los argumentos? sin poderlos expresar- le dije.

-Pon música Miranda, para el coraje.

-¿Qué música quieres?

 -Pon a la MS.

 -¿Cuál canción?

-Por este amor. Y súbele lo que más puedas.

El sonido del Casino es grandioso, utiliza bocinas FBT. Parecía que la banda sinaloense estaba ahí, junto a mí.

 Me levanté y me puse a bailar, yo solo. Más tarde una edecán se acercó a consolarme, y bailó conmigo.

  -Qué bonita canción- me dijo ella en voz baja.

 -¿A ti también te gusta?

 -Sí. Y también me gustaría que Taibo II dirigiera Morena.

 Yo, de por sí, iba vestido con un pantalón de mezclilla, botas y llevaba en la cabeza una tejana negra.

?Sobrevivo con la limosnas del cariño que según tú a mí me tienes??, cantaba al ritmo de la MS.

Qué buena banda.

-Cántame más- me decía la señorita edecán.

            ?Por este amor que se emperró en mi corazón??.