Lejos de las palabras y promesas absurdas que digan los candidatos en campaña, cada uno está tomando una posición entre ganador y perdedores. Después del primer debate presidencial, los candidatos independientes demostraron que solo estarán de relleno en las elecciones. Tanto el Bronco como Margarita Zavala han demostrado ser decepcionantes y no les queda más que esperar su derrota anunciada. Anaya y Meade siguen estancados en sus respectivos lugares en las encuestas.
Para el caso de José Antonio Meade, la derrota ya es un hecho. El tercer lugar en las encuestas, además de la salida de Ochoa Reza ―después de su enorme fracaso―de la dirigencia nacional del PRI, demuestran la división y crisis que tiene el partido tricolor. El aburrido Meade difícilmente saldrá del tercer lugar en las preferencias electorales. El PRI se deberá olvidar del segundo lugar en las elecciones, cada vez se aleja más del Frente y de López Obrador.
Bastó con ver al candidato tricolor en el programa Tercer Grado de Televisa. Un Meade que la mayor parte del tiempo habló de López Obrador y muy poco de su proyecto. Se miró a un Meade que no convencía ni a los conductores del programa, hasta cierto punto desesperado y aburrido. Un Meade que sigue pregonando ser ciudadano, que no transmite emociones, que no transmite nada. La postura de Meade puede percibirse como la de un candidato ya derrotado.
Ricardo Anaya tendrá que conformarse con su segundo lugar, aparentemente. El Frente que conforman el PAN y sus mascotas MC y PRD carece de rumbo e identidad. Aunque Anaya quede en segundo puesto, se ha vuelto gris e insípido. Un candidato que tiene muchas contradicciones en sus propuestas. Critica las propuestas de sus contrincantes y después las hace propias. Al igual que Meade, Ricardo Anaya basa gran parte de su campaña en López Obrador, cosa que lo hace ver pequeño como candidato. El candidato panista no se puede levantar de su escándalo de corrupción.
Quitando Jalisco y Guanajuato, el Frente no tiene grandes fortalezas electorales. Aun así, esas pocas fortalezas que tiene se pueden tambalear. Ricardo Anaya no se ha sabido posicionar a favor del sistema o en contra del sistema. Es más que obvio que el Frente es parte del sistema que encabeza el actual gobierno, pero “oponerse” al mismo es algo que no permea. Anaya y su campaña tampoco transmiten nada, solo podemos ver a aquel oportunista y traidor panista que surgió misteriosamente de la nada.
La postura de Anaya es la de un candidato que está por perder, la falta de claridad en su proyecto y “coalición” hará estancar más al Frente. En su participación en Tercer Grado, vimos a un Anaya dudoso, inseguro y hábil para mentir y darle la vuelta a temas incómodos. El nerviosismo en sus respuestas delatan esa falta de definición del proyecto del Frente. Anaya es un candidato que su pasado reciente le está cobrando caro las facturas.
Para el caso de López Obrador, podemos ver a un candidato que se comporta como quien sería el siguiente presidente. El tabasqueño se muestra tranquilo, sensato, pero con algunos contrastes. Hemos visto en los últimos meses cómo Morena ya está configurando lo que podría ser su gabinete presidencial, tema que los demás candidatos no lo tienen claro aún.
También se ha visto a un López Obrador que ha dejado el discurso simplón en el tema del aeropuerto. El candidato de Morena ya está aceptando que se haga el aeropuerto, pero con mucha transparencia. Para el caso de los contrastes, se ha visto a un López Obrador no vengativo, ni con represalias con sus actuales contrincantes políticos. El contraste se da cuando promete acabar con la corrupción e impunidad, pero perdonando a posibles responsables.
La semana pasada, el tabasqueño en el programa Tercer Grado de Televisa, les dio muchas vueltas a los temas de hacer justicia para los temas de corrupción del actual gobierno. López Obrador está pasando del discurso a la posible negociación. Decir que va terminar con la corrupción, pero sin castigar a culpables de la corrupción, marca contradicciones. Esto puede generar dudas.
Me parece que las contradicciones de López Obrador se deben a que ya se sabe ganador, y ahora tendrá que equilibrar sus promesas de campaña con la realidad. La agenda del tabasqueño ya pareciera la de un jefe de Estado y no la de un simple candidato, ahí puede radicar el por qué sus contradicciones. Mientras que Meade y Anaya siguen con la demagogia y preparando su derrota.
A cerca de 50 días de la elección presidencial, no solo las encuestas, sino la postura de los candidatos puede predecir lo que sería el escenario del próximo mes de Julio. Cualquier cosa puede pasar, desde luego, pero algunas conductas de los tres principales candidatos ya muestran quien sería el siguiente presidente, López Obrador. Veremos qué sucede.
Twitter: @Hugo_Canelo