Mientras que los espacios de Televisa, Canal Once, TVMexiquense y Milenio Ricardo Alemán los ha usado para hacer periodismo a modo (de allí le viene el mote del “rey del chayote”), para calumniar o elogiar a quien le sea conveniente e insultar a veces al objeto de su periodismo (casi cualquier movimiento social; trátese de los maestros o Ayotzinapa), el de twitter lo ha usado para lo mismo con el añadido del insulto y el odio cotidiano sin contención. Allí ha mostrado que su tolerancia es nula, una vez que es cuestionado, bloquea. Ahora, ha dado un paso más en su vorágine de odio, ha instigado al crimen.

En un tuit que cobardemente él quiso justificar como un retuit (que tendría el mismo valor de responsabilidad de todas maneras), ha llamado prácticamente al asesinato del candidato López Obrador a manos de uno de sus propios seguidores. Si bien él no elaboró la imagen compartida en su tuit con frases que estimulan dicho crimen, al compartirla con un comentario personal (“Les hablan!!!”; sic) es como si la hubiera concebido y realizado.

Al menos desde 2006 el objetivo número uno de Alemán ha sido López Obrador, después, al crecer el movimiento en torno a éste, se fueron incorporando a su mira sus seguidores y simpatizantes. Ya sea por un encargo “profesional”, odio personal o por levantar el “rating”. Recuerdo haber dedicado mi tuit inaugural entre septiembre y octubre de 2009 a esa obsesión del periodista por el político opositor.

Hasta ahora, el instrumento principal de Alemán en twitter, además de las calumnias y los insultos, había sido el bloqueo de seguidores o no seguidores a la menor crítica, la menor provocación; aunque no fuera seguido por el bloqueado, como en mi caso. Bloqueó mi cuenta después de haber publicado el texto “Alimentando el odio, anticipando y justificando la represión” (SDPnoticias; 21-06-16) que él, en un supuesto ánimo democrático, reprodujo en su página personal como el texto de uno de sus críticos (que más adelante la eliminaría). No obstante, procedió al inmediato bloqueo en twitter.

Pero no le ha bastado al autodesignado periodista con la diatriba, la calumnia y el insulto vulgar y el bloqueo. Su falta de razonamiento y su obsesión le han llevado a estimular el crimen. Con la reacción abrumadora en internet y los resultados terminantes para él -cese en Televisa y Canal Once más su renuncia a Milenio-, Alemán cosecha el producto de su odio añejo.

Cobarde como es, Alemán acusa ahora a los demás de censura. No hay tal. Él se embarró solo en su propio lodazal, donde regurgita sus vómitos nauseabundos. No se puede ser periodista con tal nivel de odio y perversa obsesión. No se es humano cuando se desea la muerte, el asesinato de quien sea, aunque se trate del ser odiado (que muchas veces es el amado). A menos que esa versión humana sea la peor posible.