Lo que está bien
Se comprende, y va a tono con la sensibilidad de AMLO hacia los pobres, una vena de credibilidad que ha quedado intacta tras el golpeteo sufrido en las redes sociales que ha lastimado su imagen.
Bien.
Acertada la decisión de adelantar las pensiones a la población de adultos mayores por dos razones de indiscutible justicia: es un segmento doblemente vulnerable, por su condición social, en su mayoría marginada; y, mayores los riesgos de letalidad por el coronavirus.
Así mismo, la idea del presidente de un apoyo generalizado a los adultos mayores.
Las medidas -reflejo del pensamiento del presidente- de otorgar apoyos directos, sin intermediarios, a la gente, son atinadas. No le gustaría saber que el propio Milton Friedman, santón teórico del neoliberalismo tan satanizado estos días, propugnó esta idea, pero es lo de menos.
Otro aspecto también está bien.
El instinto de López Obrador, quien ha recorrido varias veces el país, en poblados recónditos, y en comunidades y colonias marginadas en las ciudades a lo largo y ancho del territorio nacional, le dice que es importante tomar en cuenta en la contingencia extraordinaria el que decenas de millones de mexicanos viven al día.
Correcto. México no es Europa. No es Italia, España o Alemania, donde los gobiernos, más ricos que el nuestro, pueden darse el lujo de pagar los sueldos de decenas de millones de trabajadores durante el período de asilamiento, de tres semanas o hasta un mes.
¿Parar 100 por ciento la economía en un país donde fácilmente más de 40 millones de trabajadores de la población activa viven al día?
Por eso, creo, sus afirmaciones, sí, mal manejadas, porque no acepta el guion de sus asesores, o no cree en ellos, de que “salgan a restaurantes, a fondas”. Puede decir lo mismo de otra forma.
Y lo que falta
Pero, tras estas medidas producto de la intuición, creencia, olfato, de López Obrador -un político colmilludo como pocos- para enfrentar la emergencia económica derivada de la emergencia sanitaria, hay puntos a afinar, revalorar, revaluar.
O abiertas discrepancias con la estrategia, que requiere cambios.
Como los siguientes:
* Bien el reforzamiento a los apoyos a los adultos mayores, ¿pero mantener el ritmo de apoyos a jóvenes que reciben 1500 o 2000 pesos periódicamente, cuando -de súbito- la prioridad es el empleo? No faltará quien diga, sea cierto o no, que urge mantener puestos de trabajo, no votos, o electores.
¿O sostener programas como sembrando vida, frente a la alternativa, por ejemplo, de bajar temporalmente el impuesto sobre la renta mientras pasa la tormenta?
¿Por qué continuar destinando recursos a proyectos como Dos Bocas, el tren Maya o Santa Lucía, cuando en el mundo entero, naciones ricas y otras de similar desarrollo al nuestro están desviando cantidades enormes de recursos a la emergencia sanitaria, como comprar respiradores o tapabocas; o a la económica, ¿como ayudar a las empresas a pasar la tormenta no sólo para evitar el riesgo de quiebra sino el riesgo de despedir trabajadores? Millones de trabajos se están perdiendo en el mundo. Y México no es la excepción. Sectores intensivos en mano de obra como los restauranteros o el turístico están lanzando ya gritos de auxilio.
*El tema de la estrategia de Pemex es grave para la nación, como lo deslizó aquí mismo nuestra compañera Verónica Malo. Sacudida bruscamente por el desplome en los precios del petróleo, y los riesgos de impago que se elevaron por las nubes, ¿que hay que hacer? ¿Llegó la hora de cancelar Dos Bocas, y destinar estos recursos a usos más preciosos en este momento, urgentes en esta realidad que nos ha sorprendido a todos?
*¿Es pecado, para ubicarnos en la dimensión moral, un terreno donde se siente cómodo el presidente, apoyar a las grandes empresas con medidas temporales, como paliativos fiscales, para pasar el trance, un tramo lleno de espinas que los afecta a ellos como a cualquier negocio, con dificultades para cubrir nóminas de millones de trabajadores?
*El presidente ha dicho también categóricamente, que se mantendrá la meta de mantener la salud de las finanzas públicas. Loable. Idea, por cierto, también neoliberal. Pero que no embona con la emergencia económica -gravísima- por la que atraviesa el país. Vivimos, no exagero, una economía de guerra. Una contingencia similar a una catástrofe. Los países ricos lo entendieron. No les importó perder el balance de sus presupuestos. Es urgente, para mantener a flote la economía, gastar decenas de miles de millones de dólares en apoyos emergentes a los trabajadores. El propio FMI ha extendido sus líneas de crédito y dicho que están disponibles cantidades multimillonarias de fondos a los países. Se está reflotando con liquidez extraordinaria la economía mundial.
Y aquí, en México, el Consejo Coordinador Empresarial (CCE), el mismo que en época de normalidad ha insistido en el balance fiscal, ahora, en la emergencia, recomienda el déficit prudente, y contratar deuda. Es más posible que el peso se recupere más si se anuncia un relajamiento responsable de la disciplina fiscal y de deuda, a que si se mantiene la actual ruta. Así pasó en Estados Unidos. Tras las medidas de inyectar liquidez extraordinaria en la economía los mercados contuvieron en algo la dramática caída.
No puedo dejar de comentarlo. ¿Es momento de tensar más la cuerda con los empresarios, que son responsables de la mayor generación de empleos que el gobierno (la inmensa mayoría del empleo es creado por el sector privado), con la decisión - grave error- de cancelar el proyecto de la cervecera en Baja California?
¿Ahora, como lo comenté aquí mismo, cuando se requiere la participación de todos en el mismo barco que se llama México, en particular de las grandes cámaras empresariales, influyentes en las directrices para paliar le tempestad que ya tocó las puertas de México? Constellation Brand será Texcoco 2. El presidente enviará un gran mensaje de confianza si revierte esta decisión. Aún es tiempo.
Ayudar directamente a la gente sobre todo a los pobres, bien. Pero no es suficiente. Las empresas son responsables de la mayor cantidad de empleo que el gobierno. Un programa de apoyo a la planta productiva y del empleo es una condición necesaria, pero no suficiente para la emergencia económica.
La alternativa es simple. Sólo hay de dos sopas:
O se ayuda a las empresas con un programa de envergadura del tamaño que amerita la emergencia de una economía de guerra, y se envían bocanadas de confianza al sector empresarial.
O la crisis será mayor. Mucho mayor. De una caída que fácilmente puede ubicarse entre el 5 y 6% en la economía del país.
Una forma de verlo es esta: Si la economía cae en esta magnitud, le espera poco, muy poco a la 4t.
Aún hay tiempo. Pero muy poco.