¿A qué hora cerrará la edición impresa de Excélsior? La pregunta viene a cuento luego de leer la columna que ha publicado este 11 de noviembre Pascal Beltrán del Río en el tradicional diario, titulada “La OEA, contrapeso en Bolivia, Venezuela y ¿México?”.

En el texto, el periodista habla con buen tino sobre los trabajos de una comisión de la Organización de Estados Americanos (OEA) encargada de auditar la elección presidencial en Bolivia del pasado 20 de octubre, y que en su informe final recomendó la reposición del proceso.

La columna consigna también, con irrestricto apego a la verdad, que el presidente Evo Morales aceptó el exhorto del organismo internacional y pretende llamar a nuevas elecciones en las próximas semanas o meses.

“Eso fue justamente lo que aceptó Morales –nuevos comicios, con nuevas autoridades electorales–, cuando todavía horas antes hablaba de que se gestaba un golpe de Estado en su contra”, escribe Beltrán del Río, y agrega:

“El desenlace en Bolivia representa un gran logro de la OEA, que se ha consolidado como un guardián de los principios democráticos en el continente”.

Pero acá hay un pequeño detalle: poco después del “desenlace” (cerca de las 15:00 del tiempo del centro de México), las cúpulas militares le pidieron a Evo Morales su renuncia, la cual se hizo efectiva mediante un discurso televisado en el que el ahora exmandatario señalaba que prefería separarse del cargo a provocar un derramamiento de sangre.

Beltrán del Río anhela que la OEA intervenga en México

Ya, en serio: ¿a qué hora cierra la edición impresa de Excélsior? Y cabe una pregunta más: ¿no podría el mismísimo director del diario pedir que le aguanten media hora, porque su columna quedó rebasada y requiere una adenda?

Lo de Pascal Beltrán del Río no es desidia sino obstinación, pues tenía el marcado interés (y que aquí el público lector interprete la palabra con su acepción favorita, de entre las seis opciones que da la RAE) de mostrar a la OEA como el organismo que puede, si es necesario, impulsar y avalar un golpe de estado en México.

Tal afirmación no es exagerada si se lee el resto de la columna, en la que lamenta que el chileno José Miguel Insulza nunca condenara las elecciones de Venezuela cuando estuvo al frente del organismo.

Tal afirmación no resulta exagerada, porque Beltrán apunta que Luis Almagro podría reelegirse al frente de la OEA para el periodo 2020-2025, cuando “habrá elecciones presidenciales en muchos países del continente”, incluyendo, claro está, México.

En su animadversión hacia el presidente López Obrador y la llamada ‘cuarta transformación’, imagina un escenario en el que México perderá el orden institucional y permitirá una elección de Estado en 2024; tal vez incluso imagine a AMLO en la boleta, conociéndole.

Por ello pide “una OEA activa”, aunque se trate de un organismo que calla ante las repetidas violaciones a derechos humanos en Chile y haya respondido con una tibieza deshonrosa ante el golpe de Estado en Bolivia que, oh vaya, también le pasó de noche al analista.

Callar un atropello como el que se vive en Bolivia es una mezquindad por donde se le vea; Evo Morales podrá no tener todas las simpatías, pero difícilmente se puede apoyar la amenaza de los militares que derivaron en su renuncia. El silencio sólo se explica cuando se ve a la OEA como un arma golpista que podría usarse en el futuro. Así se las gasta la derecha mexicana.

Pascal pudo no tener tiempo para cambiar su columna, pero vaya que le sobró para escribir a las 3:14 de la tarde este risible y simplista resumen de lo sucedido este domingo.