Después de que López Obrador y su partido Morena ganaron la elección del pasado mes de julio, este nuevo bloque político ha tenido una intensa actividad por todo el país. El Congreso por su parte, ya tiene a morenistas en funciones y López Obrador tomará funciones este primero de diciembre. Pero más allá de tener el nombramiento, el presidente electo ha tenido acciones que ni el mismo Peña Nieto en estos últimos seis meses.

Cabe señalar ―y repetir hasta el cansancio― que el presidente Peña Nieto ha ido desapareciendo gradualmente desde su escándalo de la Casa de las Lomas. Siendo el presidente más desaprobado de los últimos años, es normal que cualquier acción que haga López Obrador será sobresaliente. Pero de pronto pareciera que el tabasqueño sin tomar posesión, ha hecho más que el mismo Peña en los seis años de su mandato.

La agenda de un presidente electo ha resultado polémica, con contradicciones, con aciertos, pero se nota que hay trabajo de por medio. Podemos pasar desde la cancelación del aeropuerto, el plan de seguridad y las agendas de Morena en el Congreso. La nueva administración quiere hacer notar que si existirá la cuarta trasformación con sus propuestas y proyectos. La purga en las instituciones comienza a notarse, la resistencia a un cambio se manifiesta de los que siempre se sirvieron gracias al poder en el pasado.

Morena desde el Congreso ha llevado agendas importantes para el país. Desde los temas del aborto, la posible legalización de la mariguana, igualar derechos en parejas del mismo sexo, las comisiones de los bancos, la regulación a empresas mineras, la desaparición de pensiones a expresidentes, por citar algunos ejemplos. Estas propuestas que han sido de lo más mediáticas también muestran una labor de atender sectores de la sociedad que están o estaban olvidados.

López Obrador por su parte, sigue con los proyectos del Tren Maya, el aeropuerto de Santa Lucía, las refinerías, la seguridad y la reconfiguración de los programas sociales. El tabasqueño sigue insistiendo que sin deuda y sin aumento de impuestos, tendrá solvencia para los ambiciosos programas sociales y de infraestructura en todo el país. El tabasqueño se cubre en sus proyectos con la participación ciudadana por medio de “consultas”. Veremos cuanto le durará ese escudo llamado participación ciudadana.

Aunque el presidente electo siga optimista con su cuarta transformación, sigue sin aclarar el boquete que dejó la cancelación del aeropuerto de Texcoco. Este chiste puede equivaler a 0.5 del PIB. Se plantea que México crecerá al 4 por ciento el siguiente año, pero jugando a las vencidas con el sector financiero y haciendo consultas patito, la señal que manda de certidumbre es incierta. López Obrador debe medir su fuerza política cuando México está inmerso en la globalización económica desde hace décadas.

Pero también tendríamos que ver cómo será el nuevo presupuesto. De donde saldrán los recursos ante un alta expectativa que se está gestando. No bastará con seguir haciendo campaña, ni tampoco se podrá mantener de los aciertos en estos últimos seis meses. La realidad está a días de manifestarse a Morena y López Obrador, la congruencia tendrá que comenzar a hacer sentido en el discurso del presidente electo.

Lo que llamó en su momento como amnistía, al parecer se les dará a posibles altos mandos de ex gobiernos que hayan incurrido en casos de corrupción. López Obrador argumenta que “borrón y cuenta nueva” permitirá un avance y desarrollo para el país. Después de tener sexenios opacos, corruptos en algunos aspectos, tal parece que no se investigará a ningún personaje.  A menos que la participación ciudadana lo mande.

El balance en los últimos seis meses de López Obrador es con claroscuros, pero para ser solo un presidente electo, el saldo es bueno. Me parece que tomar decisiones a seis meses de ser presidente, el tabasqueño ha acondicionado un escenario amigable en cuanto llegue al poder. Las polémicas consultas terminarán por permear y normalizarse. La purga de las instituciones públicas y algunas privadas seguirá.

La fútil oposición de la nueva y pequeña chiquillada da sus últimas patadas de ahogado. Lo que queda del PRI, PAN y otros diminutos partidos ya no aportan valor al entorno político. Hoy la verdadera oposición son algunos grandes empresarios, medios de comunicación y uno que otro jugador en el exterior.

Se acerca el primero de diciembre, el nuevo aparato de gobierno ya viene arropado y con herramientas para comenzar a funcionar. Lejos de la exageración de una cuarta transformación, un cambio real es lo que se espera. Las contradicciones ahí están, los inconformes ―diminutos pero ruidosos― también y una alta expectativa acompaña al presidente electo.

Hoy se habla de consultas, de obras, de justicia y se cuestiona al presidente. La agenda al parecer será la misma en los siguientes seis años. Las acciones y resultados serán las que señalen a López Obrador. Pero en estos últimos seis meses, los resultados y acciones ahí están, bien o mal, pero ya hay resultados de algo que aún no comienza.

Twitter: @Canehu