A dos años del asesinato de unos y la desaparición de otros tantos jóvenes normalistas, la investigación sobre lo ocurrido en la trágica noche de Iguala sigue estando en el limbo.

Si bien es cierto que hay una buena cantidad de personas detenidas, y que se les acusa de ser responsables de los sangrientos hechos, el paradero de los muchachos sigue siendo una incógnita.

Hoy, sigue habiendo más preguntas que respuestas, pues aquella “verdad histórica” del ex procurador Murillo Karam, ha quedado como anecdótica, ya que con la aparición de nuevos indicios, algunas de las “pruebas” que la sustentaban han sido desacreditadas.

Entre las interrogantes que merecen respuestas, están:

¿A quién o a quiénes beneficia el marasmo en el que se encuentra la investigación?

Obviamente que a los autores intelectuales. Mientras más tiempo pase para identificarlos, mayor será la dificultad para atraparlos.

De igual forma, hay grupos que son altamente beneficiados. Estos son las organizaciones no gubernamentales y los grupos autonombrados de la sociedad civil. Dichos entes han tomado como bandera de protesta la desaparición de los jóvenes, obteniendo con ello protagonismo, así como prebendas económicas y políticas.

¿Cuál es el verdadero móvil del brutal ataque?

Probablemente esta sea la pregunta más importante. La versión oficial nos dice que policías y civiles a las órdenes del cártel de Guerreros Unidos, agredieron a los normalistas para evitar que llegaran a interrumpir el evento que llevaba a cabo la esposa de José Luis Abarca, presidente municipal de Iguala. Sin embargo, existen declaraciones de presuntos sicarios en las que se menciona que la represión se debió a que a los estudiantes se les consideraba integrantes de un cártel rival.

Es difícil imaginar que jóvenes desarmados y montados en camiones de pasajeros pudieran ir a pelear una plaza en contra de una organización tan violenta como lo es Guerreros Unidos. Lo que no es tan descabellado, es pensar de que de manera disfrazada, los chavos pudieron haber sido influenciados para crear desorden mientras otro tipo de grupos se aprovechaban de eso. Es precisamente esto último lo que nos lleva a la siguiente pregunta.

¿Quién o quiénes en Ayotzinapa, decidieron que los estudiantes se trasladaran a Iguala?

Sigue sin estar claro de dónde surgió la idea de que los normalistas secuestraran los camiones y se dirigieran a Iguala. Es bien sabido que dentro de las actividades que tienen que realizar los alumnos de la normal de Ayotzinapa, está el “boteo” para hacerse de recursos para sus protestas. Sin embargo, en este caso, el horario y la incursión a la ciudad, fue muy distinto al modus operandi que utilizan para recolectar fondos. Alguien decidió enviar ahí a los muchachos (en su mayoría de nuevo ingreso), sabiendo del riesgo que se corría, y ese alguien debe ser identificado para deslindar responsabilidades.

Es claro que aún hay muchas más preguntas, que también está la falta de castigo a los personajes y partidos políticos que en su momento apoyaron a José Luis Abarca para llegar a la presidencia municipal de Iguala, mismos que por cierto, hoy son los primeros en desgarrarse las vestiduras pidiendo justicia.

De aquella funesta noche de Iguala nos falta mucho por saber, mucho por escribir, pero sobre todo, mucho por exigir.