Inicio estas notas recuperando la parte final de la entrevista que Federico Arreola le hizo a Aurelio Nuño para SDP.

Nuño, quien, independientemente de ser el político que tiene por ahora todos los reflectores de la opinión pública encima, privilegia en su interlocución con Arreola el peso histórico que le representa el hecho de estar sentado en el lugar que una vez ocupara José Vasconcelos en momentos en que el país, a través de la reforma educativa impulsada por el presidente Enrique Peña Nieto, está en una etapa, esperamos que irreversible, de recuperación de objetivos y reivindicación de valores.

Ese concepto de Nuño lo hace ver como un funcionario lleno de conciencia histórica y de valor institucional, no importa su presunta juventud, el señor ya está al filo de los 40 años y por lo tanto ya no es un novato.

De ninguna manera se puede asociar la edad de 37 años a la posibilidad de que lo pueda espantar el reto formidable que tiene frente a sí.

Y así lo está demostrando desde que tomó las riendas de la oficina de la presidencia.

Cito:

?Pregunta: Porque es una desgracia. Los grandes defensores de la educación pública, como Andrés Manuel, como columnistas de La Jornada, tienen a sus hijos en escuelas privadas, quizá en la universidad los muchachos que son inteligentes van a la UNAM, que es muy buena escuela, pero la primaria, el kínder, la secundaria, van a escuelas privadas. Poca gente que tiene los recursos envía a sus hijos a escuelas públicas.

Aurelio Nuño: Y esa es la realidad que queremos cambiar, hay que aceptar la realidad como es, yo creo que el gran éxito de la educación del siglo XX, que se inició cuando en 1921 el secretario José Vasconcelos y el presidente Álvaro Obregón fundan la SEP, el gran reto era crear y sostener un sistema nacional público en educación. En ese momento la cobertura en el país era únicamente del 10 por ciento en primaria y en el resto de los niveles era prácticamente inexistente.

A 94 años de distancia tenemos un sistema educativo que cubre 34 millones de alumnos en más de 260 mil escuelas. Eso implica tener una cobertura prácticamente del 100 por ciento en primaria y secundaria, 75 por ciento en media superior y de 35 por ciento en superior. En estos dos niveles hay que aumentar la cobertura, pero el gran reto ?así como el reto del siglo XX fue crear este sistema y poder llegar a todos los rincones del país?, el reto del siglo XXI que estamos iniciando con esta reforma, es que este sistema sea de calidad y precisamente el reto es que la educación pública pueda ser tan buena o mejor que la educación privada. Y que precisamente lo que tú me preguntas, y lo digo con una gran convicción, yo espero que como resultado de esta reforma cuando yo tenga hijos que tengan edad de ir a escuelas, el nivel de las escuelas públicas haga que todo el mundo pueda llevar a sus hijos, o que sea parte de una opción de calidad, a las escuelas públicas.?

Termina aquí la cita de la entrevista de Federico Arreola al titular de la SEP.

Aurelio Nuño se define como un impulsor intrínseco del contenido social e histórico de la reforma educativa peñista.

Sabe el funcionario que lo hace en medio de un sabotaje abierto y retador de fracciones magisteriales que, los resultados de los niveles que tiene el país en materia educativa lo hacen por demás evidente, han degradado el apostolado magisterial y afectado gravemente la calidad de educación que se imparte.

También sabe que esos grupos disidentes, profesionales de la inconformidad los llamaría yo con más precisión, tienen tras de sí grandes intereses económicos y no pocos intereses políticos.

Desde hace más de cinco décadas, es decir casi el 50% del tiempo (94 años desde que fue fundada la SEP en tiempos de Álvaro Obregón) de la vida de la SEP, los anteponen en su beneficio a la gran necesidad que México tiene de contar con una verdadera educación de calidad para preparar los cuadros que le permitan superar sus graves rezagos sociales.

Y con ese conocimiento de causa, Aurelio Nuño demuestra en los conceptos que expresa en la entrevista que le hace Arreola, que está dispuesto a jugársela para cumplir sus metas ideológicas y estructurales.

Y se la jugará estando en contacto con maestros, padres de familias, alumnos jóvenes y niños.

Y la verdad tiene que hacerlo porque los atrasos del país van a terminar por crear un estallido social de violencia más temprano que tarde.

Ayer se anunció la detención de ?líderes magisteriales disidentes? por parte de las autoridades.

?Líderes? que hoy son parte de la militancia de criminales que están inscritos en el penal de alta seguridad de El Altiplano por los delitos que se les imputan.

Una vergüenza que los maestros mexicanos sean dirigidos por tipos que alcanzan con sus acciones al margen de la ley, la condición de reos de alta peligrosidad.

Y en manos de ese tipo de perfiles magisteriales están los jóvenes y los niños de México.

Seguramente los profesionales de la protesta, en sus conocidos espacios como los que tienen en La Jornada o Reforma (y ya me imagino la portada de la revista Proceso del domingo) denunciaran ?desaparición forzada? y toda esa clase de subterfugios legislativos vía derechos humanos o hasta jurídicos que les han dado autoridades que se vencieron ante la protesta callejera de esas concupiscentes minorías.

Sería un grave error del gobierno si, una vez que se les inicie el debido proceso a los mentores ya presos en El Altiplano, la protesta social vuelva a doblegar tanto a las leyes como a los que representan al estado mexicano y tienen el deber constitucional de aplicarlas y los dejen libres en caso de que no merezcan jurídicamente esa condición.

Así de sencillo es el asunto.

Por eso me parece muy sano que las respuestas que dio Aurelio Nuño a Federico Arreola fueran casi un adviento de lo que pronto pasaría con las protestas de quienes insisten en ver a la educación como un botín y el retar a las autoridades de todo nivel como su programa de acción y su declaración de principios.

No tienen madre.