Álvaro Cueva es el experto de Grupo Milenio en TV, pero no todo lo que se ve en la televisión. Don Álvaro si a algo le sabe es a las telenovelas. Es un verdadero conocedor. Todo un telenoveolólogo, pues.
Ha publicado este domingo que la esposa de Enrique Peña Nieto, Angélica Rivera, arrasó en la reciente gira del presidente electo por América Latina:
“… una cosa es que la futura primera dama de un país acompañe al presidente electo a un viaje, y medio se tome fotos a su lado, y medio salude a las esposas de los otros políticos. Y otra, muy distinta, que la prensa se vuelque sobre ella, que las revistas del corazón se peleen sus fotografías, que las multitudes la aclamen y que las primeras damas le den la mano, pero no como compañeras, como fanáticas. Y no le decían señora, y no la llamaban por su nombre. Le decían Gaviota, como su personaje de Destilando amor, y le hablaban con confianza, con la confianza que se le tiene a alguien que ha entrado a nuestras casas no una vez, muchas veces, durante años”.
Tiene razón Álvaro Cueva: Angélica Rivera “no llega de la nada, no tiene que hacer méritos, ya es alguien y no solo para las grandes personalidades del universo político, es alguien para todos, comenzando por el pueblo”.
Es cierto, “jamás en la historia de México habíamos tenido una figura femenina tan importante al lado de un presidente”.
Pero de eso a compararla con Eva Perón, ¡hay un mundo de distancia!
Álvaro Cueva se pasó al decir:
“Si Angélica Rivera se cuida, se podría llegar a convertir en una personalidad tan poderosa y carismática como Eva Perón”.
Carambas. Todavía no empieza el sexenio de Peña Nieto y se apuntan para sucederlo en seis años Marcelo Ebrard, Miguel Ángel Mancera, Gabino Cué, Andrés Manuel López Obrador, todos los del equipo de transición y hasta la nueva Evita mexicana, Angélica Rivera.
Creo que la señora Rivera no necesitaba que se le elogiara en forma tan desmesurada. Flaco favor le hacen a ella y a su marido al compararla con la populista argentina.