Entre las muchas mentiras que la oposición (ultraderechistas, neonazis, whitexicans, libertarios e izquierdistas trasnochados) le han endilgado al presidente Andrés Manuel López Obrador, es su supuesta postura en contra de la ecología.
Sabemos que el rencor, clasismo y resentimiento que distingue a la derecha no les da para una gran capacidad intelectual o argumentativa, pero lo más divertido era ver, durante la campaña presidencial del 2018, como intentaron vender a un pillo como “Ricky Riquín Canallín” Ricardo Anaya como la gran esperanza whitexican de la “ecología” capitalista y neoliberal. Capitalismo verde, le llaman, aunque el término sera un oximorón en si mismo.
Un poco en broma, un poco en serio, yo llegué a llamar a esta vertiente de las “energías limpias” impulsadas por la derecha “energías whitexicans”. Esas que, según ellos, nos traerían a todos los mexicanos (a todos los que se vean igual que ellos, más bien) coches eléctricos en lugar de los que ahora tenemos. Coches “limpios” que terminaríamos por conducir para mediados o finales de un hipotético (y apocalíptico) sexenio “liderado” por Ricardo Anaya (no importa que el costo de muchos de estos vehículos alcance o rebase el millón de pesos). Es decir, puros castillos en el aire, aspiracionismo y una buena dosis de racismo y clasismo contra el ahora presidente y sus simpatizantes.
Bueno, pues, el presidente, detestado por algunos, apoyado por la mayoría (revisen encuestas recientes) ahora rebasa por la izquierda ecológica a todos sus detractores, anunciando que se tiene la meta de no sobreexplotar las reservas petroleras de México:
“Ya tomamos la decisión de no vender petróleo crudo a fines de gobierno, de que todo lo vamos a procesar en nuestro país y de que no vamos a sobreexplotar porque queremos dejar reservas de crudo a las próximas generaciones”.
Andrés Manuel López Obrador, presidente de México
Además, señaló que se buscará renovar las plantas de energía hidroeléctrica en México, ya que estas producen energía “limpias”.
Que diferencia ver proyectos de gobierno reales, palpables y no tonterías como darle una tablet a campesinos en lugares donde no hay internet (incluso, ni siquiera luz eléctrica) y casi regalar todo el petróleo a los gringos para que nos lo regresen 3 veces más caro después de procesarlo en sus refinerías fronterizas, esas que los whitexicans como Anaya y el resto decían que “ya no eran negocio”. Vaya diferencia.