Estudios recientes nos dicen que para el año 2100 podría haber zonas metropolitanas con más de 80 millones de habitantes, todas ellas, en países que hoy están en situación de pobreza o de incipiente desarrollo.

Será difícil revertir esa tendencia, provocada por la creciente urbanización que viven todos los países del mundo y por la migración provocada por los altos índices de pobreza.

Será difícil conducir adecuadamente esos procesos de acelerada urbanización, porque la mayoría de estas megalópolis difícilmente tendrán las estructuras de gobierno, legislaciones, instrumentos de planeación y recursos necesarios para hacerlo.

Estamos hablando de un fenómeno mundial, que si bien no aparece en los diferentes diagnósticos que se generan para las ciudades mexicanas, sí tendría que provocar el análisis que permita perfeccionar diagnósticos y programas encaminados a construir nuestro propio futuro urbano.

El hecho es que vivimos en un mundo que es cada vez más urbano y que las ciudades han demostrado ser el mejor invento del ser humano cuando las cosas se hacen bien, y, en contraste, una verdadera maldición cuando las hacemos mal.

Porque la gente seguirá llegando a las ciudades en busca las oportunidades que no encontraron en sus lugares de origen, para, según el caso, intentar incorporarse a la bonanza o resignarse a ser un número más en la estadística de pobreza urbana.

Hay que entender que hablar de una ciudad, sea de 50,000 u 80 millones de habitantes, implica la posibilidad de que se trate de una ciudad vanguardista y en desarrollo, que reduzca la desigualdad y ofrezca todo tipo de oportunidades a sus habitantes, o todo lo contrario, que sea un amasijo de pobreza marcado por la informalidad, la falta de los servicios y espacios públicos básicos, y subdesarrollo económico.

No es lo mismo vivir en una de esas grandes ciudades que destacan por la calidad de vida de sus habitantes, que hacerlo en aquellas en donde la única constante es la pobreza.

No sobra recordar que estudios recientes de movilidad social señalan que 70% de la gente que nace en pobreza está condenada a vivir toda su vida en esa condición y que entre las causas que definen esta terrible realidad están aquellas relacionadas con ciudad, infraestructuras y vivienda.

Por eso es tan importante definir planes nacionales de desarrollo en perfecta sintonía con las políticas de ordenamiento territorial y desarrollo urbano.

Por eso es tan importante fortalecer las instancias de gobernanza metropolitana y crear condiciones que permitan planear, dar viabilidad y cumplir esa planeación.

Y es que a fin de cuentas al pensar en la calidad de vida, en el desarrollo económico y en la protección del medio ambiente, resulta fundamental fortalecer los espacios en que todo eso debiera pasar.

Y aunque a fin de cuentas no hay nada que suene sensato o resultado de la planeación cuando se hable de una “ciudad” de 80 millones de habitantes, el hecho es que el tamaño de la población tendría que ser no lo que determina, sino el resultado de un proceso de planeación que dé sentido y significado al número de personas que vivan una ciudad.

Será difícil que alguien quiera vivir en una ciudad que más allá de la megapoblación, carezca de las infraestructuras que un accidente así pueda necesitar.

Hay que recordar que apenas la semana pasada se reunieron los gobernantes de Hidalgo, Ciudad de México y Estado de México, para dar los primeros pasos de lo que ojalá algún día llegue a ser un verdadero sistema de gobernanza metropolitana.

En línea con este objetivo, los gobernadores de estas entidades alcanzaron los acuerdos necesarios para generar una iniciativa de Ley de Desarrollo Metropolitano que en breve habrán de presentar a sus correspondientes órganos legislativos.

Y es que a pesar de que la política federal ya ha planteado la necesidad de instancias de este tipo y hay legisladores que incluso han sugerido la posibilidad de crear Congresos Metropolitanos, el hecho es que México ha avanzado muy poco en ese sentido, lo que provoca graves problemas de gobernanza en prácticamente todas las ciudades que han superado la barrera de los 500,000 habitantes.

El hecho es que vivimos una realidad contundentemente urbana en que, ante la falta de planeación, vemos perder oportunidades y crecer los problemas.

Tenemos la oportunidad de tomar las bondades de la urbanización y usarlas para fortalecer calidades de vida, desarrollo económico y protección del medio ambiente, construyendo condiciones que permitan combatir la desigualdad y crear condiciones que arrojen como resultado sociedades verdaderamente incluyentes.

Hay forma de planear el futuro... Y ese proceso empieza por entender el papel que en ello juegan nuestras ciudades.

Horacio Urbano es presidente fundador de Centro Urbano, think tank especializado en temas inmobiliarios y urbanos

Correo electrónico: hurbano@centrourbano.com

Twitter: @horacio_urbano