La mayoría de la población en México no cuenta con ingresos suficientes para  comprar la canasta básica, según datos arrojados por un estudio del Senado realizado a finales de 2014 y publicado por el Instituto Belisario Domínguez. 

El estudio realizado por la cámara legislativa destaca que aproximadamente 66 millones 112 mil mexicanos, que equivale al 55 por ciento del total de la población del país, no tuvieron posibilidad de adquirir los productos de la canasta básica con exclusivamente el ingreso laboral del hogar.  

La investigación del Senado precisa que con la serie de la base de datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), ajustada con los nuevos factores de expansión desde el primer trimestre de 2010, se puede observar que la población que no alcanza a cubrir el costo de la canasta básica con los ingresos producto de su trabajo, pasó de 47 por ciento en 2010 a 55 por ciento en 2014.  

La Reforma Laboral, que se aprobó en los últimos días del gobierno de Felipe Calderón y que flexibiliza la contratación de los trabajadores por los patrones, en muy poco han contribuido en   remediar la situación económica de la mayoría de la población y por el contrario los problemas para que muchos mexicanos puedan adquirir los satisfactores mínimos de la canasta básica  se han incrementado.

El deterioro del poder adquisitivo del salario de la mayoría de los mexicanos y que redunda en que  un número cada vez mayor de las familias no puedan adquirir la canasta básica,   no es un problema reciente y que se haya dado a partir del gobierno de Enrique Peña Nieto, este problema se viene arrastrando por más de 30 años y no se ha encontrado la forma de revertirlo, ya que el modelo es el mismo.

El bajo nivel de salarios en México también es afectado por la forma de contratación ?el objetivo final de las políticas de transición a la formalidad es la mejora de las condiciones de trabajo y de vida de quienes se encuentran en la economía informal?, precisa el informe del Senado.     

 Una forma de darnos cuenta de por qué se ha incrementado el número de mexicanos que no pueden comprar la canasta básica, es observando el deterioro adquisitivo del salario mínimo de los últimos años. 

El poder adquisitivo del salario mínimo en México ha registrado una caída del orden del 77.79 por ciento de 1987 a 2014 por lo que una familia  puede comprar sólo 34 por ciento de una canasta de productos recomendables con un salario mínimo, reveló un estudio de la Facultad de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

La investigación realizada a nivel nacional por los académicos de la UNAM, utilizó una canasta de 40 productos recomendables para la alimentación del mexicano elaborado por el Instituto   Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición, la cual tuvo un valor en los supermercados de 195.3 pesos, 186.3 pesos en mercados públicos y 172.4 pesos en tianguis o mercados sobre ruedas.  

El ingreso que se requiere para adquirir solamente los alimentos nutricionalmente recomendados y que constituyen la canasta alimenticia recomendable, tendría que ser en este año de 184.96 pesos por día, por lo que habría que aumentar 117.67 pesos al salario mínimo diario, señaló la investigación. 

El poder adquisitivo del salario perdió un 40 por ciento durante el sexenio de Felipe Calderón, debido a que los precios de los productos de la canasta alimenticia básica considerada por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) aumentaron en promedio 65 por ciento, mientras que la inflación medida con el Índice Nacional de Precios al Consumidor registró un alza de 25 por ciento y el salario mínimo aumentó solamente el 28.06 por ciento, lo que hace evidente el rezago salarial del trabajador mexicano.

La pérdida del poder adquisitivo del salario mínimo, durante los 6 años del gobierno de Felipe Calderón, fue uno de los factores para que aumentara el porcentaje de mexicanos en situación de pobreza y que la demanda interna se redujera sensiblemente.

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), determinó recientemente que el único país de la región donde el salario mínimo es inferior (0,66 veces) al umbral de la pobreza, es México. La pérdida de casi el 70 por ciento del poder adquisitivo real del salario mínimo en el país y su posterior estancamiento ha sido un proceso largo, acumulativo desde 1980 en el país, señaló Alicia Bárcenas, secretaria ejecutiva de la Cepal.   

La funcionaria del organismo regional señaló también, que casi un 14 por ciento de las personas ocupadas en México reciben un salario inferior al salario mínimo, mientras que alrededor de dos de cada cinco ocupados percibe como remuneración, cuando mucho, dos salarios mínimos.

Las propuestas para debatir y aumentar el salario mínimo, tanto la hecha por Gustavo Madero como por Miguel Ángel Mancera, han sido duramente criticadas por las cúpulas empresariales, funcionarios del gobierno federal, el gobernador del Banco de México, Agustín Carstens, así como algunos legisladores como los senadores Ernesto Cordero, Javier Lozano Alarcón, que ven en esto una medida populista, que podría generar una espiral inflacionaria y desvanecer los efectos del aumento al ingreso además de aseverar que los salarios no se pueden aumentar por decreto y lo que se necesita para incrementar las retribuciones de los trabajadores, es el aumento de la productividad y rentabilidad.

El mito de la baja productividad de los trabajadores mexicanos y que sirve de pretexto para que un número considerable de patrones del país niegue incrementos suficientes a los sueldos de los asalariados. Esta estigmatización muy generalizada de la baja productividad choca con los datos arrojados por los ?Índices de Productividad Laboral y del Costo Unitario de la Mano de Obra en 2014? elaborado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), que señala aumentos en la productividad y en las horas de trabajo; sin embargo, esos dos incrementos contrastan con la baja de hasta 8.8 por ciento en el costo de la mano de obra.  

El incremento de los precios de los productos de la canasta básica ha provocado también que aumente el número de mexicanos que no puedan adquirir los alimentos necesarios para satisfacer lo mínimo para la vida. En un estudio del Observatorio de Precios que elabora la organización El Barzón revela que los precios al consumidor del huevo y la pechuga de pollo han aumentado 17 veces más que el salario mínimo en los últimos tres años.   

En marzo de 2012, el kilo de huevo costaba en el país 14 pesos, pero aumentó en 185.5 por ciento a su precio de abril del 2015, costando 40 pesos en promedio. Hace tres años la pechuga de pollo se vendía a 25 pesos por kilo y ahora se compra a 70 pesos, un incremento de 180 por ciento.

El salario mínimo en México apenas ha aumentado  10.7 por ciento desde el 2012, por lo que no se puede achacar al salario de los trabajadores el incremento de la inflación.

Lo lamentable es que no solo el huevo y el pollo son los productos de la canasta básica que han sufrido aumentos significativos en sus precios, lo que impacta en la capacidad adquisitiva de las familias mexicanas.

El conflicto laboral que estalló en San Quintín, Baja California, el pasado marzo, ha dejado al descubierto los bajos salarios de los jornaleros agrícolas de esa región del país y las pésimas condiciones laborales que tienen estos trabajadores, siendo lo más preocupante que no sólo en ese estado del norte del país se dan las condiciones de explotación de casi esclavos que se les da a muchos mexicanos.