En los últimos años en Quintana Roo se ha registrado un incremento en las adicciones. En el estado un 11.2 por ciento de la población en la entidad ha consumido alguna droga, lo cual duplica la media nacional que es de 5.7 por ciento. Sin embargo, en el estado la principal adicción es el alcoholismo seguido por la cocaína y la mariguana (en la entidad el consumo es del 90 por ciento y a nivel nacional del 72 por ciento). De éstas adicciones, en promedio de 10 personas que acuden a tratar sus problemas, sólo dos logran recuperarse, pero de esta cantidad, pocos acuden a sus terapias de grupo, lo que genera que haya más posibilidades de que recaigan. Lo anterior sin mencionar otro tipo de adicciones como la ludopatía, de la cual no existen estudios, pero se sabe que ha desintegrado familias, ha llevado a la bancarrota a comerciantes, sobre todo en el sur del estado. La labor de atender las diferentes adicciones en el estado se ha llevado a cabo por varias instituciones, pero sin el éxito esperado, debido a que las personas que padecen adicciones no superan las enfermedades físicas y mentales que provocan los accidentes relacionados con las adicciones. Esto en un corto y largo plazo tiene un efecto negativo sobre el tejido social.

En estos días se han estado llevando a cabo foros para presentar el Proyecto de ley para la prevención y el tratamiento de adicciones. Más allá de los alcances del foro, el problema de las adicciones debe ser tratado desde la óptica del crecimiento demográfico y económico del estado. Es decir, resulta lógico que si se ensancha la población y su ingreso per cápita debe aumentar el consumo de drogas, un bien semisuntuario de todas las clases medias en todos los países; Quintana Roo no es ni puede ser la excepción en México. Sin embargo, sí es muy  necesario que se trabaje en la prevención y en el tratamiento de la población con problemas de adicción en el estado. Se debe crear el Instituto Quintanarroense contra las Adicciones, el objetivo sería manejar enfermedades emocionales y adicciones a través de la prevención y el tratamiento a personas que padezcan distintos problemas de adicciones. Al menos se debería considerar algunas pautas:

Crear clínicas de rehabilitación en varios puntos estratégicos del estado para atender desde estos sitios el grave problema de las adicciones y su impacto en la sociedad; Realizar brigadas de apoyo yendo a colonias de bajos recursos con asesorías legales, consultas médicas y medicinas, terapias psicológicas, donación de ropa o de víveres; Llevar a cabo el acercamiento con las escuelas, empresas e instituciones para ampliar la prevención hacia jóvenes y los demás sectores de la sociedad. Por ejemplo, los trabajadores de la construcción, campesinos y obreros; En el plano familiar, implementar talleres de superación personal a potenciales cuadros vulnerables; talleres para padres para saber manejar el estrés en el hogar; Asimismo, se deben otorgar becas para ayudar a los adictos. Lo anterior porque en la mayoría de los hogares en el estado existe un enfermo y esto trae graves consecuencias como el divorcio, las madres solteras, el suicidio (en 2012 los suicidios se incrementaron en 25% en el primer semestre del año, comparado con el 2011). Las becas buscarían también la reducción de las posibilidades de que los menores de edad sean cooptados por el crimen organizado, la delincuencia juvenil (en el estado las pandillas se han incrementado de manera considerable. En Chetumal operan 25 bandas y el número de integrantes oscila entre 20 y 25, la mayoría de ellos menores de edad. En Cancún operan poco más de 100).

Las becas que se proponen se incluirían en el Programa Oportunidades para que tengan mayor impacto en la sociedad, debido a que se contaría el respaldo de la estructura de los demás programas sociales. Es importante considerar la creación de un museo interactivo de adicciones, sobre todo para impactar de manera positiva en las nuevas generaciones –niños- sobre el daño que causa el consumir alcohol, cigarros y otro tipo de drogas legales e ilegales. Se debe tener presente que el museo no deberá tener la finalidad de generar turismo, sino que la meta es educar y concientizar a la población local sobre los riesgos de las adicciones.

En Quintana Roo las adicciones no hay que verlas como tal sino como enfermedades crónicas incurables como el cáncer, sida, entre otras, es por eso que las políticas públicas en la materia que manejaría el Instituto Quintanarroense para las Adicciones deberían enfocarse a atacar el virus de la enfermedad y no el síntoma y ese virus está presente en muchos hogares. De no hacer nada la violencia intrafamiliar, divorcios y suicidios se incrementarán. Tan sólo en el caso del suicidio Quintana Roo podría en 2012 volver a colocarse en los primeros lugares –de 2008 a 2010 se ocupó el segundo lugar nacional- en lo que se refiere a muertes por suicidio.

Por último, todos los programas del sector público en materia de salud mental deben incorporarse al Instituto Quintanarroense para las Adicciones contra las adicciones, que sería un organismo público descentralizado con personalidad jurídica propia que le permita obtener donativos de instituciones benefactoras nacionales e internacionales.

Twitter: @roberto_coral

El autor ha sido dos veces presidente del CDE del PRI y ex presidente de la Fundación Colosio