La derechización de Andrés Manuel López Obrador va viento en popa. Sus acciones económicas lo sitúan en el continuismo de las políticas de Agustín Carstens, Luis Videgaray y José Antonio Meade. El “Desayuno de la Reconcilación” es el desayuno del entreguismo. Entregar certidumbre a los mercados, estabilidad a los inversionistas y mantener una buena paridad frente al dólar son los objetivos.

José Antonio Meade tiene chamba en diciembre. Así se especula de acuerdo a una columna de Rodrigo Pacheco en Excélsior:

“El próximo secretario de Hacienda, Carlos Urzúa, dijo que no planean ratificar al subgobernador del Banco de México, Manuel Ramos Francia, cuyo periodo expira el próximo 31 de diciembre.

“En entrevista con Carlos Loret, el futuro encargado de las finanzas del país agregó que buscarán un perfil técnico que sepa mucho de política monetaria y ‘que sea muy conocido en los mercados internacionales’.

“Uno de los nombres que suena fuerte para ocupar el asiento que dejará vacante Ramos Francia es, ni más ni menos, que José Antonio Meade. La designación de José Antonio Meade para ocupar un asiento en la Junta de Gobierno del Banco de México, daría una señal definitiva de lo que tanto ha reiterado Andrés Manuel López Obrador y los miembros de su equipo, en cuanto al respeto que tendrá la Presidencia hacia la autonomía del instituto de política monetaria, y cuyo principal mandato es el control de la inflación.

“(…) En caso de que prospere la nominación Meade sería una señal de tal magnitud que despejaría cualquier duda con respecto al respeto al Banxico, además la figura del exsecretario de Hacienda cumple de sobra con el criterio mencionado por Carlos Urzúa en cuanto a que el subgobernador debe ser muy reconocido por los mercados internacionales.”

A Margarita Zavala el equipo de Andrés Manuel López Obrador no le ofrecerá nada, sería reivindicar el sexenio de Felipe Calderón. A otro excandidato, Jaime Rodríguez Calderón, tampoco, ya es gobernador de Nuevo León. ¿Y a Ricardo Anaya qué le ofrecerán? ¿Sólo un estrechón de manos?

Si a Ricardo Riquín Canallín nada se le ofrece, una especulación crecerá, esto es, el “arreglo” secreto entre Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel. Ricardo Anaya era el único candidato de la derecha-derecha que pudo hacerle frente a López Obrador y, sin embargo, desde Los Pinos y a través de la PGR lo golpearon de tal manera que descarrilaron su candidatura.

¿Hubo un acuerdo en lo oscurito meses antes, cuando EPN vio que era imposible ganarle a AMLO? No se sabe. Lo real es que antes de computarse las actas del país, José Antonio Meade, minutos después de las 20 horas del 1 de julio, ya estaba reconociendo su derrota y llamándole a López Obrador para felicitarlo.

¿Cuál fue el posible acuerdo para aceptar e impulsar a Andrés Manuel? Sin duda hacer real la oferta de perdón, de borrón y cuenta nueva, de cuidarle las espaldas –frente a la corrupción y la impunidad– a Enrique Peña Nieto y su familia, que disfrutan de unas “merecidas” vacaciones, pero también cuidar a su equipo compacto y dejar que Meade se inserte en el Banco de México para continuar las políticas económicas entreguistas al capital extranjero de Agustín Carstens.

Todo cambió con AMLO para seguir igual. La derechización de Andrés Manuel es un hecho. En los próximos meses veremos si su “reconciliación” es atendida y respaldada por los más de 30 millones de votantes que sufragaron por el cambio, por el castigo a los corruptos y por su propuestas de “izquierda” que se han reconvertido en propuestas de derecha. Si Ricardo Riquín Canallín queda excluido de la “reconciliación”, veremos que sí hubo arreglo, un mal arreglo, entre Andrés Manuel y Peña Nieto. ¡Qué país!