Desconozco si algún famoso lo ha dicho, pero es claro que entre los grandes problemas de la sociedad la inseguridad, la ausencia del estado de Derecho, el populismo en cualquiera de sus formas, la simulación política y la impunidad, son apocalípticos.
Si en el ámbito federal uno de los ejemplos más claros en este sexenio es evidente con Gerardo Ruiz Esparza, en el ámbito municipal Evodio Velázquez es un personaje que ha dedicado su gestión a menoscabar el prestigio de Acapulco.
La gestión de este político perredista que en septiembre cumplirá su segundo año de mandato se ha caracterizado por su falta de iniciativa para hacer frente a la inseguridad que, de no ser por la presencia física de la Marina y el Ejército, la situación sería insostenible.
No ha considerado que un polo turístico con la tradición de Acapulco necesita limpieza en sus calles y alumbrado público a plenitud.
Aunque también requiere de presencia policial que lleve a cabo rondines pie a tierra para propiciar la percepción de seguridad a los visitantes que, a pesar de la ausencia de estos tres factores, no dejan de acudir al que sigue siendo el principal centro turístico del país, especialmente para los mexicanos.
Ejemplo de estas graves omisiones del político que ha logrado ascender gracias a las recomendaciones de padrinos que hasta lo han colocado para ocupar cargos legislativos, pero por la vía proporcional, se pueden constatar en cualquiera de las calles paralelas a lo largo de la Costera, especialmente en el llamado Acapulco Tradicional.
Atrás del Centro de Convenciones, en la avenida capitán Bouganville, la ausencia de alumbrado público ha impedido que muchos deportistas mantengan sus entrenamientos nocturnos en torno de este parque y porque la calle María Bonita, que separa a este centro del Club de Golf permanece a oscuras y, también, sin vigilancia.
Y así está la mayor parte de Acapulco, con excepción (claro) de las zonas limítrofes de la ciudad, en donde están los asentamientos generalmente irregulares, pero de amplio clientelismo político.
Cualquiera que visite Acapulco no encontrará en ningún lado los famosos “ejes rectores” que marcarían a su gobierno.
No hay atisbos de la Modernidad, Honestidad y Orden en la Administración Pública, el primero de sus ejes. Del segundo: Legalidad y Seguridad Pública, no hay nada. No se diga del tercer eje denominado Atención de las causas sociales de la violencia. Por cuanto a los Servicios Urbanos óptimos, el cuarto eje, no hay más que el recuerdo hemerográfico de su discurso de toma de posesión, y si pensamos en el quinto eje, Promoción y Procuración Turística, es claro que se ha colgado de los resabios de las acciones federales y estatales.
Se ven negocios cerrados e insatisfacción social.
Los acapulqueños tienen una lejana imagen de Evodio porque “le gusta pasearse por la bahía a bordo de yates caros”, salir en la foto cuando viene el gobernador “aunque ni caso le haga” y también “hace poquito cuando vinieron los policías de la CONAGO que detuvieron a algunos delincuentes que han tolerados por la misma autoridad”.
Es penoso que el esplendor de Acapulco sea afectado por la incapacidad, la simulación y la voracidad de políticos carentes de compromiso y vocación de servicio.
Cualquiera pensaría que “en el mar la vida es más sabrosa” pero con la sensación de inseguridad, el abandono del estado de Derecho, el populismo y la impunidad, queda claro que Evodio Velázquez es un político con la incapacidad, demagogia y el cinismo de no honrar la responsabilidad que implica un cargo en la administración pública, a imagen y semejanza de Ruiz Esparza.
Lo peor es que aún le quedan 13 meses y una semana en la presidencia municipal de Acapulco.
@lusacevedop