Uno de los grandes valores que siempre ha inculcado mi padre donde quiera que ha estado es el sentido de la pertenencia y ésta, de acuerdo a su ideología empieza por la familia; siempre ha hablado de la responsabilidad y obligación de los hijos por corresponder a todo el apoyo que reciben por parte de sus padres; en los hechos ha impulsado el que la familia se involucre con el equipo, con sus hijos, con otras familias, desayunos, convivencias y misas han sido sus herramientas más usuales para dicho propósito, alguna vez hasta una novillada.

 

Es muy común que en algún momento de nuestras vidas busquemos el apoyo de una imagen, una figura, algo o alguien que represente parte de la identidad que anhelamos hacer propia; es ahí donde muchos pierden el camino, se engañan con figuras, identidades o formas de ser que no son lo que aparentan; todo esto sucede muchas veces aun y cuando en casa tengamos entre otras cosas como principios y valores, una sólida figura paterna; otras ocasiones la madre es quién hace este rol.

 

En este sentido y haciendo un recorrido muy rápido por mi memoria, creo a mí y a mis hermanos nos tocó compartir con cientos de jugadores nuestra figura paterna.

 

Tras su salida como coach de los Cóndores y de la propia Universidad Nacional Autónoma de México, su entrañable UNAM, Diego García Miravete se ha dedicado a hacer lo que mejor sabe, enseñar futbol americano, pero el futbol americano que desde su visión debe de ser; formativo, integrador, complementario a la vida académica y familiar, forjador de carácter y herramienta para saber salir adelante en la vida.

 

Dejar atrás todo lo hecho durante dieciocho años seguro estoy que no es fácil para nadie y para el coach Diego tampoco lo fue, pero salió adelante, siguió su camino y a la fecha sigue dejando huella sin importar si el campo es lodoso, bien cuidado y podado o artificial; con los Cardinals de Palermo, Italia empezó su viaje; en lo deportivo sus números fueron bastante favorables, pero más que ganados y perdidos dejo la semilla del buen futbol americano, abrió una gran ventana de oportunidad para futuros mexicanos, llevó, al igual que con los Dracs de Badalona, España, la filosofía, fundamentos y disciplina, les enseñó que solo con dedicación y esfuerzo se consiguen los triunfos el día del juego y más allá del campo; a lo mejor por esos lados su figura fue siempre la del coach y la del amigo.

 

Con los Auténticos Tigres de la Universidad Autónoma de Nuevo León la sufrió en serio, uno de los grupos de porras más enérgicos y activos de nuestro deporte son “los Patanes”, como ellos mismos se hacen llamar; pero con trabajo, dedicación y entrega se los ganó, pasó de ser el odiado chilango al coach Diego, en lo deportivo el conseguir los triunfos tan queridos muchas veces toma más tiempo de lo esperado y no siempre la paciencia y la presión aguantan.

 

Siguieron los Borregos campus Toluca, los Linces de la UVM y actualmente el Campus Santa Fe del ITESM.

 

En todos lados ha dejado triunfos y derrotas, se ha ganado una que otra enemistad, pero también grandes amigos, jugadores que lo recuerdan con cariño, otros sin tanto cariño pero sí con respeto, con muchos de ellos compartió problemas familiares, económicos, se enteró antes que muchos padres de probables y reales embarazos, fue consuelo ante la pérdida de algún ser querido, le tocó ir a hablar con algunos profesores para conseguir prórrogas para alguna entrega de tarea.

 

En cada viaje parecía policía de la Gestapo o la Interpol, cuidando el consumo del alcohol, las desveladas, las peleas; muchos creen que no se enteraba pero siempre supo de las paredes rotas en los cuartos de los hoteles y de la obligada redecoración con cuadros para tapar un poco, de los colchones en las albercas y las visitas que entraban por las ventanas; se tenía que enterar de todo para saber hasta dónde podía ser tolerante, otras veces la última noche mejor se llevaba a todo el staff a otro hotel.

 

Era muy fácil para muchos decirle que los dejara un rato, que no les exigiría tanto y su respuesta era sé que son chavos y tienen que hacer lo que hacen los chavos, pero que lo hagan con responsabilidad, que se acuerden que vienen representando a su escuela, a su familia y muchas veces a su país

 

Con el paso del tiempo al igual que la relación padre – hijo, la relación madura y con el tiempo aquellos regaños se agradecen o se vuelven anécdotas; muchos de sus jugadores le reconocen el haberles dejado algo bueno en su formación, muchos padres y muchas madres le agradecen el haber sido una buena ayuda, un buen ejemplo cuando parecía que sus hijos perdían el camino, cuando se les salían de control.

 

Hoy caigo en cuenta que con el tiempo mi padre ha tenido muchos hijos, se los prestaron por un rato, hijos de varios colores, acentos y hasta de diversas nacionalidades, hijos a los que dio y da lo mejor de sí mismo, a todos por igual sin importar si son callados o insolentes, si son primer o segundo equipo, si vienen de cerca o hacen circo maroma y teatro para llegar a entrenar, siempre da y trata de sacar lo mejor de cada uno de ellos no solo para el siguiente juego, o por esta temporada, quiere que den lo mejor para el juego de la vida; y yo digo, si los regaña, los cuida, les exige y los procura como hijos, pues en algún grado no consanguíneo aunque sea putativo han de ser sus hijos ¿no?

 

Hoy en día ya le está tocando ser coach de los hijos de sus hijos; hace poco Carlos López Sotelo un ex jugador de mi padre compartió esta frase de su hijo; "¡Papá, no exagerabas cuando decías que el Coach Diego es un chingón tenias mucha razón!"

 

¿Padre y Coach o Coach y Padre? cada uno de los que han sido entrenados por el podrá contestar que ha sido para él.

 

 

@dgv1968