La “difícil de ver” maestra Elba Esther Gordillo apuntaló un adjetivo que podría haberse tomado peyorativamente, ofensivo. (La riega y la riega, y me pregunto, ¿cómo sigue dirigiendo al Sindicato de Maestros?) Durante un discurso presentado ante maestros del SNTE, en Cancún, dijo con fuertes gritos “nunca he pensado ser secretaria de Educación ni sirvienta de nadie”. Muy claro lo ha dicho y demostrado desde muchos años atrás, que ella no sirve a México ni a la educación, sino a sus propios intereses. Causó, sus palabras, que después se disculpara con los funcionarios públicos por haber utilizado tal palabra (sirvientes), para referirse a los que trabajan en la Secretaría de Educación Pública.
Al final de cuentas, todos somos sirvientes (casi, y lo categorizo, porque no falta el sentidito que le reprocha a este articulista: “sirviente serás tú, ¡yo no!), porque si utilizamos el otro significado que nos da el diccionario, como sustantivo, quien labora y sirve a alguien es un servidor.
En ese discurso, con su voz a punto de desgarrarse y que es algo de admirar, que a tal edad, todavía tenga la vitalidad de dirigir gritos y letanías al por mayor.
“Los maestros no nos arrodillamos, los maestros no nos vencerán.” Palabras de Elba Esther Gordillo, palabras que recuerda el discurso de un general hacia sus soldados que se enfrentarán intrusos en la guerra. ¡Qué poca! Se le olvida que todos somos mexicanos y debemos luchar por el bien, no por sus intereses. No es cuestión de arrodillarse o vencerse, sino de hacer bien tu trabajo, prepararte y quien no lo esté, el honor y oportunidad de enseñar, no debe ser otorgado. Somos de los peores países en nivel educativo de Latino América (AL); pero ella se emociona, se le hace grande la boca y con ello se le estira, aún más, su ya desfigurado rostro al gritar que su “organización, es grande y poderosa”, y por lo mismo es “motivo de orgullo”. Sus palabras son ciertas, el sindicato más grande de AL, y el que pone en jaque a cualquier gobierno que trate de gobernar.
Ella dice luchar porque los maestros tengan buenos salarios y las prestaciones que se merecen. Parece la Iglesia (sin afán de ofender a quienes creen), diciendo que rezan por el bienestar de los pobres y la terminación de la hambruna, y mientras ellos, se pudren en dinero.