El presidente lleva ya  6 años prometiéndonos que además de tener un sistema de salud de tan alto nivel como el de Dinamarca, será además de todo espectacularmente  gratuito. Suena a uno de esos cuentos de niños en los que todo es color rosa pastel, finales felices y desgracias resueltas.

Quizá sí se los platiqué aquí , porque la verdad es que me gusta platicarles de mí y de mis cosas, pero en abril del 2023 tuve Covid, que se me complicó con neumonía y terminé hospitalizada.

La verdad me asusté muchísimo. De esas veces que crees que ahora sí llegó tu turno. Y digo, he sentido que me llega el turno cientos de veces pero este me pareció tan cercano…

Afortunadamente, como coloquialmente se dice “la libré”. Los médicos pensaban que no me había vacunado con anterioridad contra Covid, pero sí me había puesto todas las dosis. Aunque para serles sincera, la segunda dosis me pareció que solo me inyectaron agua. Y es que después de haber tenido un cáncer y múltiples enfermedades sé muy bien cómo se siente cuando ingresa a tu cuerpo algún medicamento, pero con la segunda dosis nada. Absolutamente nada.

El día de ayer me escribió mi doctora para decirme que ya contaba con la nueva vacuna de Pfizer que incluye la variante Omicron y que su costo rondaba en 1,200 pesos.

Me sorprendió mucho el costo, me pareció demasiado alto, pero en mi ingenuidad, pensé que debería de existir esa vacuna en el sector salud público de manera gratuita.

Así que investigando aquí y allá, me dicen que no, que no hay  vacuna contra Covid gratuita.

¿Pues no que tendríamos derecho a los servicios de salud de manera gratuita?

Después me fui enterando que la vacuna sale más barata en farmacias que todos ya conocemos alrededor de 800 pesos.

Sinceramente me pareció bastante cara. Si con dificultades podría pagarla, no puedo imaginar la gente que apenas tiene para vivir al día, ¿con qué dinero podría pagarla? Y si no puede pagarla ¿ya no se vacuna? ¿Entonces se contagia y quizá muera? Es aterrador.

Evidentemente yo necesito vacunarme, como todos, porque este virus no tiene palabra. Cuando más piensas que nada te hará y que no pasa nada y que a ti no te tocará, llega a tu puerta y empieza a querer acabar con todo.

Pero pensar en tener ese recurso para poder comprarla sinceramente sí me pone a sudar. Porque teniendo dos adolescentes y un montón de gastos que solventar es muy complicado.

Del mismo modo, tengo que someterme a una cirugía de varices especializada con relativa urgencia. Con tecnología moderna para poder intervenir en mis venas sin que queden secuelas mayores.

La cirugía con médico particular me sale en $60 mil pesos. No cuento con seguro de gastos médicos porque no tuve forma de seguirlo pagando.

Me dicen en los hospitales públicos que no cuentan con esa tecnología para realizármela y que ellos usan técnicas antiguas donde literalmente te hacen rajadas por todas las piernas.

Mi médico angeólogo me dijo: “Yo a ti no te opero en un hospital público” y es que diríase que soy una paciente de alto riesgo, por el antecedente de cáncer de mama, por la neumonía que padecí  y una larga lista de etc.

Entonces resulta que nada es gratuito en términos de salud. Ni siquiera poder obtener la cita médica en un hospital público es gratuito... Entonces, ¿en dónde queda la gratuidad?

La cosa es que siento que me quieren lanzar a la cámara de gas. Como que ya no saben qué hacer conmigo porque todo cuesta y yo no cuento con ese dinero.

Pero soy una mujer de mucha fe. Espero encontrar la manera. Es que todavía quiero vivir.

Y yo creo que así en mi caso cientos de miles de mexicanos, que no los atienden porque no hay el recurso, la tecnología, los materiales, la seguridad para atenderte en una emergencia .

El día que estaban abriéndome mi expediente en un hospital público, junto a mí  estaba una señora agobiada  y triste hablando por celular con su hija y le decía: “A tu papá no quisieron atenderlo, que no hay espacio para hemodiálisis, que regrese en 6 meses”. Les juro por Dios que se me bajó la presión. “Nos vamos a morir todos”, pensé .

No hay nada tan vital y de tanta necesidad como es tener salud. Pero este gobierno no nos brinda opciones para tenerla.

Me parece complejo que con la llegada  de Claudia Sheinbaum a la Presidencia las cosas avancen mejor.

Se dice que faltarían unos 30 años para que alcanzáramos un sistema de salud como el de Dinamarca.

Y también si gana Xóchitl Gálvez ese elefante pesado del que tantas veces nos habló López Obrador seguiría pensando muchísimo para moverlo.

Vivo en constante angustia por el tema, aunque pienso que tampoco es vida vivir así. Quiero creer que tendré la forma y los medios para atenderme... Quiero pensar que después de todo, los milagros existen.

Pero más me gustaría pensar que en mi país nadie tenga que morirse por desatención y falta de oportunidades para revisar su salud y curarse.

Es esta la realidad que todos los mexicanos que no somos tan privilegiados como para contar con un seguro de gastos médicos vivimos.

Aprovecho esta columna, porque creo que sí me leen a pesar de ser muy fans de Andrés Manuel López Obrador para darle las gracias a los abuelitos de mis hijos quienes me pagaron mi hospitalización en un hospital privado en abril cuando tuve la neumonía. Se los agradezco y se los agradeceré siempre.

Sin su apoyo y sostén, no estaría hoy escribiendo aquí.

Es cuanto.