¿Alguien entendería el gobierno de López Obrador sin las mañaneras? Lo dudo.

Con lo anterior no quiero decir que este sexenio solo se base en el ejercicio informativo que nos ofrece todas las mañanas, claro que no.

El presidente López Obrador ha tenido, sin duda, el mejor gobierno de la época moderna de nuestro país, pero con las conferencias matutinas que ha encabezado nos mantiene al tanto de lo que ocurre tanto en México como en su gabinete.

Con las mañaneras sucede algo inédito: vemos a los funcionarios públicos rindiendo cuentas de cada tema que nos afecta a los ciudadanos de a pie y de este modo nos demuestran que en verdad se trabaja.

Por supuesto que tener al pueblo informado no es del agrado de muchos. También en las conferencias matutinas se saca al balcón a aquellos comunicadores que están un día sí y el otro también en contra del gobierno actual. Esto ha hecho brincar a los inconformes, a tal grado que la politóloga y periodista Denise Dresser se aventó la puntada de proponer que las mañaneras desaparecieran “para de esta forma reconciliar al país”.

Según su óptica, el presidente López Obrador pone a pelear a “liberales y conservadores” cada mañana. Así de plano.

La reconciliación propuesta por la señora Dresser va más allá de la desaparición o no de las mañaneras, pues México es un país plural y esa pluralidad incluye diferencias en el pensar y el actuar.

Desde el 2006, con el fraude cometido por Felipe Calderón en la elección presidencial, los ciudadanos se enfrentaron, pues se exigió el respeto al voto (Andrés Manuel ganó, no lo olvidemos) y esa división pervive en la actualidad.

Pero una cosa es ser diferentes y otra muy distinta ser prohibitivos y hasta autoritarios.

La propuesta de la politóloga raya en el autoritarismo, pues pretende callar la voz del presidente, que es también un ciudadano con derecho a expresarse en libertad.

El fondo de la propuesta obedece a la inconformidad de muchos comunicadores que han visto disminuidos sus ingresos por la poca o nula publicidad gubernamental que reciben y que ha dejado de ser necesaria justamente porque en la mañanera se dice lo que se debe decir, sin necesidad de andar quedando bien con los empresarios periodísticos o los comunicadores, que se acostumbraron, y mal, a recibir toneladas de dinero que hoy se usa en obras y programas sociales.

Eso se acabó y son millones los que lo agradecen.

México necesita sí o sí que los recursos se usen donde se debe para poderse transformar.

Felizmente, la propuesta de la comunicadora quedó solo en un disparate.

Ayer por la tarde el Jefe del Ejecutivo subió un video a sus redes sociales anunciando su regreso a la capital del país para tener su conferencia mañanera después de descansar jueves y viernes santos.

Desenfadado como siempre, el mandatario dijo:

“Mañana vamos a estar en la mañanera aunque quieren prohibirla. Los conservadores son intolerantes, nada más quieren hablar ellos, no quieren que hablemos todos, pero no van a poder”,.

Andrés Manuel López Obrador

Por supuesto que saber que tendremos mañanera de aquí a que termine el sexenio es una buena noticia.

Las conferencias matutinas son necesarias y tan simple que quien no las quiera ver, que no las vea. Punto. Lo que es terrible es la intolerancia.

Si Dresser se queja de censura que no intente censurar.

Su derecho es el mismo que el mío, que el de usted o que el del presidente y tenemos que aguantar vara cuando alguien se exprese de un modo distinto al de nosotros y precisamente en eso consiste frenar esa polarización, pues está en nosotros, no en el presidente, dejar de enfrentarnos por querer imponer nuestra verdad y descalificar a los demás.