En el contexto del segundo debate presidencial, comentaristas y propagandistas se han dado a la tarea de presentar a su respectiva candidata como la ganadora del evento. Mientras unos resaltan el “temple” y la “figura presidencial” de Claudia Sheinbaum, otros destacan la asertividad de Xóchitl Gálvez para golpear duramente a su opositora.

A mi juicio, Xóchitl ganó el debate. En primer lugar, a diferencia del primero, se mostró como una mujer segura de sí misma y de sus argumentos, a la vez que fue capaz de presentar propuestas y de lanzar dardos envenenados contra Claudia. En segundo lugar, fue destacable el hecho de haberse sacudido, con frases cortas, lo que por meses el régimen ha pretendido endilgarle.

Me gustó personalmente la respuesta de Xóchitl ante el ataque de Máynez cuando la primera respondió: “Fox está en su rancho, yo soy Xóchitl Gálvez y me mando sola”. ¡Genial!

Sin embargo, a pesar del éxito de Xóchitl, las encuestas de opinión apuntan hacia el triunfo de Claudia. En este tenor, recupero las palabras de Héctor Aguilar Camín: “fue una goliza en una cancha disapareja”, en referencia al debate, y también, desde luego, al más reciente número de la revista Nexos.

En palabras de Aguilar, si bien Xóchitl ganó contundentemente, la campaña ilegal hecha por AMLO, la violación de la ley electoral, la intervención de los gobernadores del partido oficial, el número de propagandistas presentes en las redes sociales y medios de comunicación y la ingente cantidad de recursos destinados a ensalzar la figura de la ex jefa de Gobierno, harán que el buen desempeño de Xóchitl en el debate resulte insuficiente rumbo a la cita del 2 de junio.

Y Aguilar parece tener razón. No se necesita ser un especialista en el análisis de la personalidad para concluir que Xóchitl Gálvez es una mujer más carismática, natural y genuina; mientras que la candidata oficialista no hace más que reproducir los eslóganes repetidos del 4T. ¿No se pide eso de un candidato para que gane una elección? Sí, pero no ante una elección de Estado.

¿O piensa el lector que si Claudia Sheinbaum no fuese la candidata del partido oficial y no contara con el aparato del Estado podría remotamente acumular una ventaja de dos dígitos sobre Xóchitl Gálvez? Difícilmente. Sí, sus propagandistas repetirán una y otra vez que el pueblo se identifica con ella. Sin embargo, no es más que una reproducción vulgar de las prácticas del PRI de antaño.

En suma, Xóchitl parece haber aprendido de los errores y omisiones del primer debate. Sin embargo, ante una “cancha dispareja” las esperanzas de millones de mexicanos puestas sobre la candidata de la oposición podrían desvanecerse ante una realidad política irremediablemente marcada por una elección de Estado.