Pat Preston, una abuela y empleada bancaria retirada del Reino Unido, ahora usa malas palabras a todas horas del día, llegando a llamar a sus nietos "pequeñas perras" mientras estos jugaban.

De acuerdo a la mujer, de 65 años de edad, su nuevo y "florido" lenguaje es algo completamente involuntario y comenzó a ser un problema después de sufrir un infarto cerebral.

Su problema con las malas palabras ha llegado a causar problemas con su esposo, un maestro retirado que tiene una fuerte aversión a los insultos.

Para lidiar con su problema, la mujer ha comenzado a poner dinero en una "jarra de insultos", además de asistir a sesiones de terapia psicológica.

A pesar de su problema de salud (y de insultos) Pat ve con optimismo su situación y considera estar ya al 75% de sus capacidades antes de sufrir problemas de salud.