Bomberos cercanos a una playa en China se vieron obligados a cortar una mantarraya que se mantenía aferrada a los genitales de un bañista. 

Nadie nunca se había obsesionado tanto con los testículos de un hombre y el resultado fue más doloroso que placentero. El animal marino simplemente se negaba a soltarlo y padeció durante varios minutos.

Aunque algunos turistas intentaron ayudarlo cuando lo vieron retorcerse de dolor, ninguno tuvo éxito y la víctima tuvo que esperar a que los profesionales llegaran con el equipo adecuado.