El pasado 1 de julio se cumplió el tercer aniversario del triunfo electoral que llevó al poder el actual gobierno. Como ha sido costumbre se rendió un informe al respecto, en donde se festinaron los logros alcanzados y se eludió cualquier referencia sobre puntos críticos, pues se trató de un festejo y no de un análisis.

Hace tres años, paseaba un ciclista que, refiriéndose al nuevo gobierno, alcanzó a expresar en voz alta que no fueran a fallar. Esa consigna vociferada por el conductor de una bicicleta podría ser avalada por la gran mayoría, pues ante el inicio de una nueva administración se espera un desempeño generador de desarrollo, definitorio para superar exclusiones e iniquidades, elevar el crecimiento, incrementar los niveles de vida de la población, mejorar la seguridad, brindar calidad a los servicios públicos, desterrar la corrupción, entre otros propósitos.

Que el gobierno no falle es una demanda común a todo inicio de gestión, pues al estar precedida por un triunfo en las urnas, tiene tras de sí la esperanza de un amplio número de electores porque se cumplan las promesas y las propuestas formuladas; aún quienes miraron hacia otras opciones, al conocer los resultados electorales, tienden a generar expectativas favorables, por más que, como se sabe, sea costumbre en todo el mundo las llamadas maxi - ofertas de campaña. Cabe la pregunta derivada de la consigna del ciclista ¿ha fallado el gobierno?, una respuesta objetiva tendría que evadir el maniqueísmo y responder con los claro obscuros de toda tarea política y de gobierno.

Llama la atención que uno de los resultados más evidentes se haya verificado en una materia que tenía pocas expectativas de mostrar datos alentadores, como lo es la recaudación fiscal que, incluso, a pesar de la caída del crecimiento económico, mostró incremento, sin que se elevaran las tasas impositivas correspondientes. En contraparte, otros rubros muestran saldos negativos; desde luego el crecimiento económico, aún antes del inicio de las restricciones mostradas por el coronavirus; también en la desigualdad, y en aspectos tan relevantes como el abasto de medicamentos, con carencias notables, especialmente - pero no sólo – en el caso de los oncológicos, y de la muy controvertida gestión ante la pandemia.

La política de austeridad del gobierno y de restricciones en el gasto han tendido a que se sospeche que tiene implicaciones en los bajos niveles de mantenimientos de instalaciones y de servicios; por consecuencia, en la elevación de riesgos que se enfrenta y que ya han ocasionado la interrupción del flujo eléctrico, accidentes petroleros – recientemente- y desde luego, la interrupción en el servicio de la línea 12 del metro de la CDMX y, de alguna forma, la degradación de la seguridad de los servicios aéreos ; ello sin considerar aspectos como la destrucción de acervos financieros que se tenían en fondos y fideicomisos.

Un ejercicio más focalizado tendría que mencionar si se ha logrado correspondencia respecto de las condiciones y potencialidades del país, especialmente porque la transición de hace tres años fue fluida y con una situación, en términos generales estable – al menos al margen de apremios o de una situación de crisis -, con un flujo alto de remesas y con la palanca que significa el acuerdo comercial con el vecino del norte; además con los blindajes que han significado dos instituciones señeras, con autonomía constitucional: el Banco de México y el Instituto Nacional Electoral que, para bien, tienen favorable impacto en los ámbitos económico-financiero y el político-electoral.

Un foco más preciso, hace el ejercicio más complicado y eleva la exigencia en cuanto a los resultados, pues lleva a concluir que existe un espacio amplio para para potenciar de mejor manera el desarrollo de México y que debe aprovecharse de manera más plena; algunos de los datos favorables que se lucen ahora, como lo es la tendencia hacia el crecimiento económico de este año, parece más inercial, debido a la fortaleza del mercado norteamericano y del tamaño de la caída que tuvimos en el año 2020, que producto de las capacidades propias que hemos puesto en juego.

Si bien el gobierno presume el respaldo que obtiene a través de las encuestas que refiere; por otra parte, está el dato inocultable que su presencia y respaldo en la CDMX ha disminuido, como lo muestran las elecciones del 6 de junio pasado, que ya plantean el hecho de una posible derrota del partido en el gobierno en la propia capital del país.

Así, el ciclista de hace 3 años, en tanto muy probable residente de la capital del país, y a partir de las tendencias electorales que se perfilan en la mencionada ciudad, es previsible crea que le ha fallado el gobierno; sino lo piensa así, buena parte de los capitalinos lo cree de esa manera, así como otros votantes al interior del país; algunos de ellos pertenecientes a una clase media fustigada por resistirse al respaldo que el gobierno esperaba de ella y que, por tanto, se le descalifica con adjetivos propios de una retórica ideológica sacada de los baúles populistas y de los arsenales autoritarios. El ciclista debe sentirse incómodo e inseguro pues, aparte, muchos de los que circulan con ese medio de transporte, sufren accidentes viales.