Debo confesar que me sorprendí cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador, hace unos meses, escaló sus hasta entonces moderados ataques contra sus adversarios políticos.

En cierto momento, AMLO denominó a estos personajes “cretinos”, personas estúpidas, necias y faltas de talento.

Son palabras duras, pero justas, las del presidente. ¿De qué otra manera, por ejemplo, se puede, por ejemplo, definir a un aviador que desde el exilio dorando en Seattle dice que “El mexicano es ignorante, violento, tonto, fanático, corrupto, ladrón, abusivo, caprichoso” (imaginen usar cualquier otra nacionalidad, etnia o religión en lugar de la palabra “mexicano” para darse cuenta de la miseria de este “escritor” fantasmal).

¿De qué otra manera se puede definir a los imbéciles que decían “Compren dólares” o que la divisa norteamericana llegaría, de acuerdo a sus análisis expertos (sic) a los 25 pesos este 2023, cuando el tipo de cambio ahora es de 18.85 pesos por dólar?

¿Qué otra palabra, más que “cretino”, puede utilizarse para definir a personajes cómo Loretito, y otros “arquitectos” e “influencers” de redes sociales que juraban que el AIFA no iba a estrenarse nunca, que había una montaña secreta obstaculizando el paso o que la torre de control estaba chueca, para luego verlos tragarse sus palabras al ver el Air Force One, aeronave de su presidente Joe Biden aterrizar ahí, junto con la aeronave del Primer Ministro Trudeau de Canadá?

O díganme, ¿de qué otra manera puede llamarse a los necropolíticos del PRIAN que se regodean en los extraños accidentes, posible sabotaje, en donde una joven estudiante falleció y decenas de personas resultaron heridas? Los mismos, por cierto, qué ahora gritan “militarismo” por qué elementos de la Guardia Nacional resguardan este crítico mecanismo de transporte.

Son cretinos, sí, pero también odian a México y a su gente. No hay otra explicación para su deseo de que a México le vaya mal y ver sangre porque, según ellos, así regresarán a robar y saquear de nueva cuenta.