El gobernador de Florida, Ron DeSantis, ha estado en el centro de la controversia recientemente por su postura en lo que él llama “guerra cultural”. Esta “guerra” contra lo que el llama “woke” (personas “despiertas” al racismo, homofobia, transfobia y discriminación en EU) parece ser más una batalla contra la inclusión y la diversidad, especialmente en lo que respecta a la comunidad LGBTQ+.

La reciente ley de DeSantis, que prohíbe a los educadores discutir temas de homosexualidad y género en las escuelas, ha sido criticada por estigmatizar a la comunidad LGBTQ+. La ley, apodada “Don’t Say Gay” por los demócratas, parece ser un intento de silenciar las conversaciones sobre la diversidad sexual y de género en las aulas.

DeSantis, quién también ha emprendido una cruzada racista y politiquera contra los migrantes latinos,  ha revocado el estatus de autogobierno de Disneyworld después de que la compañía criticara su ley. Esta acción parece ser una represalia contra Disney por su postura de “capitalismo woke”y su apoyo a la comunidad LGBTQ+.

Ante la falta de cualquier otra clase de propuestas, esto es a lo que recurrirá el Partido Republicano y eventualmente toda la clase política de EU a medida que su país siga perdiendo hegemonía mundial y deslizándose de forma acelerada hacia el fascismo.

Aquí en México no estamos muy lejos de que algunos extremistas como la panista ignorante Lilly Téllez se cuelguen de temas como la “familia tradicional” y otras calcas de los discursos gringos extremistas y fundamentalistas para hacer “campaña”.

Ya sabemos que la derecha es incapaz de ofrecer absolutamente nada a la sociedad y al pueblo, pero hay que estar pendientes y evitar a toda costa que el PRIAN y otros partidos de derecha mexicanos importen estas nocivas guerritas culturales gringas a nuestro país.