El presidente Andrés Manuel López Obrador ha convocado a una nueva reunión cumbre de la CELAC, organismo multilateral que agrupa a los estados de Latinoamérica y el Caribe, a la vez de ser una especie de alternativa a la desvirtuada OEA. En esta ocasión, AMLO, al tiempo de convocar a la reunión para principios de mayo en Cancún lo hace para tratar, básicamente, un punto en concreto, quizás para que todo no termine como casi siempre, en una bonita foto, discursos por parte de los jefes de Estado, con declaraciones conjuntas y el anuncio de, en la práctica estériles, comités especiales, documentos que expresan buenas intenciones y otros eufemismos para justificar dichas reuniones, por supuesto que a años luz de dar resultados tangibles para la región y menos aún de tener un carácter vinculante.

Además del tino de convocar a la cumbre con un propósito bien concreto, y además viable, bien se pudiera aprovechar el importante foro para plantear iniciativas de posibles esfuerzos supranacionales con la finalidad de mitigar la corrupción en la región y países que aglutinan ese organismo multilateral y que no termine en otro rimbombante membrete más. En el subcontiente se estiman sobrecostos en obras y programas públicos de hasta un 50%, lo cual representa un crimen dado las condiciones de desigualdad endémicas de esos paises. Por lo anterior, bien es que se puede implementar una suerte de distintivo, que se otorgue por algún grupo de especialistas multidisciplinarios adscritos a la CELAC, qeé certifique (de manera voluntaria y a solicitud de parte) obras públicas y programas de gobierno, que audite todo el proceso que va desde la planeación hasta la ejecución, dando este distintivo certidumbre a los ciudadanos qué sean los beneficiarios de los mismos.

Este tipo de distintivos existen, por parte de, por ejemplo en España la Fundación LEALTAD, qué analiza las buenas prácticas y la transparencia de ONGs de aquel país europeo, exigiendo también que estas proporcionen información completa sobre sus actividades, gestión, buena gobernanza y, por ende, el correcto destino de los fondos qué recaudan. Este sello, “DONA CON CONFIANZA” ha contribuido a que aquello de que ‘el camino del infierno está empedrado de buenas intenciones’ en las ONGs que logran obtener ese distintivo, desaparezca la eventual desconfianza de los donantes a sus fondos.

A nivel México, no se puede hablar de alguna ONG de verdadero peso en el tema del combate a la corrupción, “Mexicanos Unidos contra la Corrupción” de los Xicoténcatl González goza de una cada día más cuestionable reputación y solo la STPS (Secretaría del Trabajo) maneja un mecanismo del tipo aquí señalado, con sellos como el ‘Distintivo Empresa Incluyente Gilberto Rincón Gallardo’, ‘Empresa Familiarmente Responsable’ y el ‘Empresa Agrícola Libre de Trabajo Infantil’, que han contribuido a relaciones de los factores de la producción mucho más sanas y apegadas al marco jurídico vigente, ya que comprometen a los entes que la consiguen a apegarse a lineamientos y prácticas con los más altos estándares a nivel internacional.

Ojalá, porque urge una consolidación de la CELAC, y esta es inviable sin resultados prácticos para los gobernados de esos países, y que puedan a la larga impactar en índices como el IDH (de desarrollo humano) o el de GINI (que mide los niveles de desigualdad) y uno de estos resultados bien pudiera ser un distintivo de el tipo aquí comentado, que de manera integral optimice los esfuerzos y los recursos públicos y qué redunde en la liberación de esos mismos recursos para rubros fundamentales como salud, educación e inversión estatal en infraestructura, que de otra forma, se van al caño de la corrupción.