En nuestra opinión, la estrategia que surge de la oposición es completamente equivocada. Conocemos que hay sectores que claman justicia por lo sucedido. Eso, por supuesto, es válido y legítimo. Las marchas, siempre que resulten pacíficas, deben ser tomadas en cuenta por el gobierno para escuchar y hacer anotaciones. Lo que sí tenemos que criticar, para no traer a la memoria el pasado, son los disturbios durante las manifestaciones. Por ejemplo, un grupo de ciudadanos agredió a un policía de la Ciudad de México mientras intentaban, sin éxito, entrar en el Palacio Nacional. Eso no es una libertad de expresión, sino una actividad que puede calificarse como intentona de desestabilización de la gobernabilidad, que resultó ser un fracaso para el PRIAN.

Estamos conscientes que lo que ocurrió adquirió mayor importancia en la propia agenda pública. En nuestra opinión, Michoacán ha estado avanzando en la dirección adecuada con la administración del gobernador. La infraestructura y la obra, por primera vez, se han beneficiado en abundancia. Son, en efecto, acciones que la ciudadanía demanda en esa participación flexible que la administración estableció mediante las audiencias. Gracias a eso, la organización ha fomentado las condiciones. Desde que Morena obtuvo el poder institucional, podemos calificar su desempeño a lo largo de todo este periodo como bueno. Por supuesto, todo esto se intensificará con el Plan Michoacán, que incluye componentes específicos para que la educación, la salud, la seguridad, el campo y el desarrollo sean los pilares fundamentales. Definitivamente, con la propuesta de Claudia Sheinbaum, habrá más certeza de lo que será, reitero, el punto de avance social.

Para crear un ambiente favorable, por supuesto, la participación de la sociedad, más allá del asunto de los partidos políticos, debe ser en beneficio de México. Es evidente que quienes exigen la intervención de otras naciones no tienen idea de lo que es la soberanía y la democracia. No podemos concebir cómo otros países pueden venir e irrumpir. Eso significaría, ni más ni menos, aplastar esa emancipación que surgió de las revoluciones y de los movimientos sociales. De hecho, podemos declararnos una nación independiente; en otras palabras, una república que se rige por la separación de poderes. Por eso, todos esos eventos que ocurren y que se benefician de las calamidades son muestras de un intento por desestabilizar al gobierno por parte de la oposición.

Por otro lado, son periodos de cohesión y unidad a la vez. Aplaudo la actitud de los gobernadores de rechazar cualquier acción que no esté dentro del marco legal. Los individuos que han accedido a ello, claramente, deben asumir las consecuencias de sus acciones. Se considera un delito destruir patrimonios y monumentos históricos. Así es, en ese desplegado que mencionamos, los firmantes son gobernadores que han apoyado la política pública de Claudia Sheinbaum. Algunos de ellos son: Rocío Nahle, Eduardo Ramírez, Margarita González Saravia, Salomón Jara, Julio Menchaca, Alfredo Ramírez Bedolla, Víctor Castro, Américo Villarreal, Clara Brugada, Alejandro Armenta y Alfonso Durazo.

También los coordinadores de la fracción parlamentaria del PT y Morena en San Lázaro, así como los secretarios de Estado, se unieron al llamado para condenar las tristes acciones perpetradas por esos manifestantes que, haciéndose pasar por transeúntes, causan disturbios y agreden a personas. Por ejemplo, en Puebla, un hombre joven arrojó una piedra a la cabeza de un anciano. Es evidente en las imágenes que se compartieron en las plataformas sociales. Nos indignó, sin lugar a dudas, la cobardía de atacar por detrás a alguien indefenso; fue una postal que no puede repetirse.

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Por supuesto que la consigna, para facilitar el diálogo flexible y la comunicación con las autoridades, encaja en la genuina manifestación pacífica. Es válido demandar respuestas y mejores condiciones, sin importar de qué gobierno se trate, siempre que sea dentro del marco del Estado de derecho. Sin embargo, más allá de eso, lo que observamos son conflictos de intereses. Muchos quieren beneficiarse de las circunstancias para obtener una ventaja. Lo han hecho Vicente Fox o Ricardo Salinas, por ejemplo. Es cierto que los espacios públicos pueden ser un lugar para expresar el clamor social de manera civilizada. Todas las expresiones, incluido el propio Andrés Manuel López Obrador, lo han llevado a cabo. El ambiente que predominó fue la diferencia más significativa entre ambas.

La sociedad legitimó el plantón de Reforma, realizado durante la época de lucha de Andrés Manuel López Obrador, ya que se llevó a cabo en un clima pacífico. No se vieron perjudicados los monumentos históricos ni los patrimonios culturales. No tenemos duda de que la inconformidad, cuando es justa por los hechos, siempre tiene validez. Por ello, el punto de inflexión para la oposición es que, en su totalidad, revelan las estrategias dañinas. Siempre lo sospechamos, ya que los personajes más notorios de la oposición fueron quienes lideraron esta marcha, que supuestamente fue convocada por jóvenes. No eran exactamente adolescentes la mayoría de los que asistieron a marchar. Las consignas de familia y libertad, de muchos que se agruparon vestidos de blanco, son claros seguidores del PAN, que usualmente aprovechan este tipo de coyunturas para sacarle raja política.

La propia Alessandra Rojo de la Vega, alcaldesa de Cuauhtémoc, movilizó al personal administrativo con una participación “voluntaria”, mientras ella misma, un año después de haber tomado protesta, no ha provocado un cambio sustancial. Lo único que ha hecho, en definitiva, es aumentar su activismo en redes sociales. Basta con ver sus videos en distintas plataformas.

No dudo que una minoría de jóvenes hayan convocado a la manifestación. El problema, como suele suceder, es que el PRIAN la desvirtuó para tratar de sacarle provecho. Vimos a los propios medios de comunicación afines a Ricardo Salinas Pliego, que se llevaron una sorpresa cuando un joven, de frente, les dijo que pagaran sus impuestos. Esto fue relevante y un golpe duro para tirar el montaje de los grupos conservadores.