Impresiona constatar el marcaje personal que raya en el ilegal acoso, incluso con lujo de invasión en propiedad privada (sus domicilios mismos) a los hijos del actual presidente de la República, los jóvenes López Beltrán. Llenos ya de injurias y calumnias, uno de ellos tuvo que ir, incluso, al Centro Histórico de CDMX a tomarse fotos y un video dónde incluso pronuncia la fecha, todo esto para desmentir la última felonía, que a manera de fake news la oposición le colgó, y esto es que “había huido a Barcelona, España”, equiparándolo a los prófugos de facto, Peña Nieto y Calderón. Y sí, si bien viajar no se encuadra en delito alguno, para los opositores en México, sumidos en una lastimosa situación de precariedad política, ética y moral, sí lo es.

Las élites mexicanas, o los que aspiran ingenuamente a serlo, están muy enfermas, AMLO dijo que de amargura en su corazón y soledad, pero esto va más allá: ellos se sienten una casta única, con la idea bien arraigada en sus mentes (tan poco cultivadas) de que ellos y sólo ellos tienen el derecho a viajar, a tener una propiedad, un buen par de zapatos y, por supuesto, también de gobernar.

El sucio concepto, tan manejado por ellos de “gente bien”, esto es, de tez blanca, que tiene mucho dinero (el origen de este es lo de menos) y que asisten a misa los domingos (no importa tampoco cuántos pecados y/o delitos carguen en sus conciencias), es uno de los complejos que dan origen a buena parte de los males en este país. ¿La buena cuál es?: que el ciudadano de a pie, ha abierto los ojos, empoderándose por el presidente López Obrador, politizados, con mucha tristeza por haber sido engañados (y humillados) tan vilmente durante tantos años, hecho mismo este, del empoderamiento de la ciudadania y/o pueblo, que hundirá, cada día más y más, a una oposición que, en el fondo de un profundo pozo, cree que la mejor idea para salir de él, es continuar cavando sin cesar.