En algún momento de mi vida leí entre los porristas pertenecientes a la desacreditada iglesia ideológica de “El Fin de la Historia” de Francis Fukuyama un relato sobre la caída del bloque soviético: la vieja URSS se convirtió en una gerontocracia calcificada, temerosa del futuro y representada en personajes veteranos y con problemas de salud cómo Leonid Brézhnev.

Una década después de la sucesión de la vieja guardia soviética para dar un paso reformista con Gorbachov, la Unión Soviética se desintegró, convirtiéndose en la Federación Rusa y un grupo diverso de repúblicas. Tomó cerca de un cuarto de siglo el que la nación rusa volviera a reconstruir parte de su poderío y prestigio perdido.

Por ceguera, ignorancia o simple fanatismo ideológico, los Estados Unidos de América están actualmente en ese mismo punto de inflexión histórica. Figuras, con todo respeto y sin hacer menos el sufrimiento que atraviesan, cadavéricas, enfermas, cómo la Senadora Dianne Feinstein, quién se recupera de una grave encefalitis; el Senador John Fetterman, quién sufrió un derrame cerebral que puso en enorme riesgo su vida y que lo dejó con secuelas visibles y el propio presidente Joe Biden, difícilmente pueden hilar una idea coherente en sus conversaciones, pero son mantenidos en el poder gracias a un grupo de burócratas ambiciosos que controlan sus agendas y a una clase mediática que en su mayoría hace mutis de sus incapacidades cognitivas.

Si a mediados de la década de los noventa del pasado milenio se hablaba de que el siglo XXI se trataría de un “Nuevo Siglo Estadounidense”, esta presunción totalitaria colapsó con las debacles subsecuentes de la crisis económica de 2008, el fracaso militar de la intervención en Afganistán y la crisis actual por la pandemia de Covid-19, que en Estados Unidos ha causado más de un millón 100 mil decesos y contando.

La triste realidad es que la actual gerontocracia estadounidense no tiene la inteligencia, la vitalidad y la flexibilidad para readaptar el ya caduco modelo capitalista a esta nueva realidad multipolar. Y antes de que algún “derechairo” diga que en México también tenemos gobernantes veteranos, si, en parte, pero comparen el intelecto del presidente López Obrador o incluso del tétrico Manuel Bartlett con los balbuceos semi-incoherentes de Biden y Fetterman. Lo que viene siendo.