El oscuro periodo neoliberal a ultranza, dogmático y prácticamente sin contrapesos, que fue desde el 2000 al 2018, sin duda que aún tiene secuelas muy arraigadas, baste ver dos tragedias dantescas que en menos de una semana cimbraron al país: el incendio criminal en la “estación migratoria” (y lo escribo con comillas porque es un muy soez eufemismo para una inhumana cárcel) donde a los detenidos no se les daba ni agua para beber siquiera, en un estado encerrados que hacer ver la mega cárcel de El Salvador con la que ese país acabó con la violencia, como un lujoso resort de algún punto de la Riviera Maya, muy lejos del neoliberalismo mexicano con el que sueña Andrés Manuel.

¿El neoliberalismo, qué?, se preguntarán muchos. Bien, no se entiende que diablos hacia una empresa de seguridad privada con esquema outsoursing a cargo de dicho muladar convertido en hoguera humana. Qué habilidades pueda tener un elemento de esas empresas, máxime para controlar un centro de esas características con el agravante de una crisis migratoria qué vive el mundo; esa gente, si acaso, podría evitar que se roben un calzón en algún supermercado, o a lo sumo, inhibir algún posible asalto de algún ‘malviviente’ en determinado sitio, pero no más.

Una empresa de esas características en una tarea tan delicada demuestra justo lo opuesto a varias de las máximas de la llamada cuarta transformación, es decir, precarización laboral, delegar a privados actividades de esencia puramente estatal y pública; un matrimonio entre el poder político y el poder económico, pues. Dándo el beneficio de la duda en los posibles cochupos de ese contrato en particular, qué no representarian otra cosa que no fuera corrupción de lo más bajo, justo otra de las banderas qué esgrime el actual gobierno federal.

Teotihuacán

Al igual que los tristes acontecimientos de hace un año en el estadio La Corregidora de Querétaro, en que autoridades municipales y del estado (panistas, no sobra subrayar) se desentendieron de enviar fuerzas del orden, como es su inherente obligación, dejando todo la responsabilidad en el club de futbol, qué solo contaba con miembros de seguridad privada, más con un papel cosmético que otra cosa, como se constató.

Ahora, en el accidente en la zona arqueológica de Teotihuacán, en el Edomex, en que uno de los muchos globos aerostáticos que ahí se rentan se incendió y se vino abajo, cobrando la vida de (al menos) dos personas, otra característica del neoliberalismo se asoma, que no es sino la desregulacion a todo lo privado de parte de instancias pertenecientes al Estado.

Si protección civil llevara a cabo un riguroso protocolo de inspección para la total seguridad en esos globos, extintores de fuego con vida útil y a la mano en cada uno de ellos, las tremendas escenas que circulan de esa otra tragedia se habrían evitado. Por todo lo anterior, y mucho ojo: para la sucesión presidencial del año 2024, los mexicanos debemos de evitar un peligrosiismo retroceso hacia el debilitamiento indolente del Estado en favor del mercado, y hay un aspirante a la silla presidencial qué está 100% identificado con la Biblia de Milton Friedman, y que además, cada día pareciera anunciar a gritos que sería el candidato presidencial, sí, pero por el partido naranja; ojalá que así sea, donde sea que se coloque ese alto funcionario en el siguiente sexenio, excepto despachando en Palacio Nacional.