La noche del 6 de junio será de contraste para varios actores políticos de nuestro país. Para algunos, habrá fiesta y jubilo por los resultados obtenidos, para otros sin embargo, podría ser la noche de los cuchillos largos, en donde sus mismos correligionarios terminen por exigir que rueden sus cabezas.

En el caso de líder nacional del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas, la apuesta es muy grande. El campechano es un político joven que ha escalado rápidamente en la escena nacional, con un proyecto de rescate del tricolor, que lo ha posicionado como una de sus cartas fuertes de cara a la sucesión presidencial del 2024.

Sin embargo, sus grandes aspiraciones dependerán de la parada del próximo 6 de junio, en donde el dirigente priista hizo una apuesta grandísima al aliarse con sus eternos enemigos, el PAN y el PRD, en aras de llegar en una posición mucho más competitiva a estos comicios.

Para los 3 partidos que conforman la alianza “Va por México”, integrar esta coalición representó tener que ceder espacios y candidaturas a representantes de otros institutos políticos; es decir, de entrada, cada partido ya perdió sobre la mesa, los distritos o alcaldías que no le tocaron encabezar. Lo anterior provocó algunas inconformidades internas de militantes que creían tener el derecho o la posibilidad de competir en la elección.

Finalmente la mayoría de los priistas, panistas y perredistas, han expresado su respaldo a la alianza, y han preferido calidad en lugar de cantidad.

Concentrarse en menos contiendas, pero ampliar las posibilidades de triunfo en cada una de ellas, frente a un aparato de gobierno que esta empeñado y decidido a ganar a como de lugar.

El partido de Alejandro Moreno llega a estos comicios siendo gobierno en 8 de las 15 entidades que están en disputa: Zacatecas, San Luis Potosí, Campeche, Guerrero, Tlaxcala, Colima, Sonora y Sinaloa, son los estados que hoy están pintados de rojo en el mapa político nacional, por lo que se podría decir que la misión del revolucionario y su dirigencia nacional, debería ser la de mantener sus terruños; tal y como pasó el año pasado con Hidalgo y Coahuila, donde sin alianza, el PRI obtuvo sendas victorias.

Pero aún perdiendo en algunas entidades que lucen complicadas para el priismo como Tlaxcala, Colima o incluso Sonora, todo puede corregirse para las aspiraciones y el proyecto político de Alito, si obtiene el triunfo en dos estados que son claves para su futuro: Nuevo León y Campeche.

Nuevo León es la joya de la corona de esta elección, por su poder político y económico, el estado norteño es la entidad más deseada por todos los partidos; por eso ahí no se terminó dando la alianza PRI-PAN, pero a pesar de ello, los tricolores llegan con grandes posibilidades de recuperar un estado que hace 6 años les fue arrebatado por un ex militante. Un triunfo en Nuevo León, pondría al PRI, como uno de los partidos ganadores de la contienda, independientemente del resultado de las otras entidades.

En el caso de Campeche, el significado tiene que ver con la estrecha relación que guarda la entidad con el dirigente nacional del partido. Quien debería ser aún gobernador de dicho estado si no fuera porque optó por salirse para buscar la presidencia del PRI. Además, el candidato y toda la estructura del priismo en esa entidad es gente vinculada con el grupo de Alito, por lo que su capacidad para consolidar un proyecto nacional, quedará supeditada a como le vaya en su natal Campeche. Ya ven que se dice por ahí que el buen juez, por su casa empieza.

Las encuestas de las últimas semanas han cerrado la brecha que existía en diversas entidades que el priismo consideraba perdidas.

Algunas declinaciones a su favor, tropelías de sus adversarios, o el rechazo ciudadano hacía el gobierno federal; han sido algunas causas que han recompuesto el camino para los priistas, que pudieran contra todo pronóstico, conservar algunas plazas como Guerrero, San Luis Potosí, Zacatecas, o incluso Sonora y Sinaloa.

Pero más allá del número de estados que consigan ganar, el futuro de Alito quedará determinado por el mensaje que envíe con los resultados de lo que ocurra en Nuevo León y Campeche, entidades que pueden impulsar o descarrilar su proyecto rumbo al 2024.

La apuesta fue alta, ¿le saldrá?