Muy lejos de aquel partido hegemónico que era una verdadera maquinaria para ganar elecciones, atrás quedaron los años de un PRI que formaba cuadros y mantenía los equilibrios del poder, donde se privilegiaba la negociación y el consenso y sobre todo, donde se mantenían todos alineados manteniendo la unidad.

Hoy el PRI ha dado un verdadero espectáculo circense con la ruptura provocada en gran medida por los intereses personales y mezquinos de unos cuantos. Por supuesto que la descomposición del partido no es nueva, es un proceso que se ha venido dando de tiempo atrás, prácticamente desde el ascenso de Peña Nieto al poder, quien con su falta de liderazgo y carácter, permitió que se iniciara una carnicería de todos contra todos entre sus militantes.

Priistas en desacuerdo

Son muchos los priistas de diversas entidades del país, quienes están a disgusto por el rumbo que esta llevando el partido, y más aún por los resultados de la pasada elección, que son prácticamente injustificables y en otros tiempos, representaría la renuncia inmediata de su dirigente, cosa que no ha pasado ni pasará en este momento.

Pero el verdadero pleito que se está dando dentro del PRI no tiene nada que ver con lo que ha pasado sino más bien con lo que está por pasar, la elección del 2022.

La renovación de la gubernatura de Oaxaca el próximo año, parece ser la manzana de la discordia que ha activado el fuerte choque de trenes

Por un lado está Ulises Ruíz, ex gobernador de la entidad y quien aprovechando la débil posición en la que se encuentra Alejandro Moreno, lanza su embestida para tratar de hacerse con la candidatura de aquel estado para alguno de los suyos. Por el otro, la verdadera mano que mece la cuna del partido actualmente, el otro ex gobernador de Oaxaca y papá del actual mandatario, José Murat, quien acusa a Ruíz de servir a los intereses de Morena, cuando curiosamente, es su hijo el gobernador de oposición que mejor relación lleva con el presidente.

Para el infortunio del poderoso Murat, su ahijado político y actual dirigente pecó de soberbia y tomó decisiones que debilitan su posición. Fue Alito Moreno quien al mismo tiempo que impulsaba una supuesta democratización al interior del PRI, imponía en su estado a su mismo sobrino como candidato a gobernador de la entidad, una decisión que lo desnuda por completo y que además, al quedar en tercer lugar, lo exhibe como un político chiquito que no tiene ni las credenciales, ni la capacidad para seguir llevando las riendas del partido.

¿Quiénes son los verdaderos enemigos?

Murat sabe que su principal enemigo no es Ulises Ruíz, sino los otros grupos fuertes dentro del PRI que permitirán que este pleito siga creciendo para debilitar a la actual dirigencia, forzando a que el oaxaqueño tenga que negociar con entregar el partido apenas pasando la elección del 2022, y no la del 2024 como lo cree ingenuamente Alito.

Los grupos de Hidalgo, Coahuila o el del Estado de México, están listos para alzar la mano y cargar con el partido, con o sin méritos, tienen el poder político y económico para hacerlo, pero saben que no son los tiempos; y que pueden desde hoy, negociar una transición pacífica con Murat y los suyos si le conceden mantener el mando durante la elección del próximo año en donde su hijo está directamente relacionado.

PRI pierde militantes y gubernaturas...¿Crisis?

Es así como Oaxaca está llevando la agenda de un partido que durante la gestión del actual líder del PRI, Alejandro Moreno, ha perdido el 79% de su militancia, y en este año perdió todas sus gubernaturas. Por eso, es que el campechano aguantará ahí, creyendo que sus aspiraciones rumbo al 2024 siguen vivas, cuando en realidad es que su cabeza ya fue negociada y le tocará salir apenas concluya la elección del próximo año, ya hoy es un pasivo que no le representa absolutamente nada mas que una carga a su padrino político.

La pregunta en el PRI no es si se va o no Alito, ni cuándo, sino:

¿Quién llegará al Instituto político para sucederlo y si aguantará el partido el desgaste que su actual pleito está ocasionando?