Montevideo, 29 feb (EFE).- La fortaleza de la economía, los escasos avances en políticas de Estado, los choques comerciales con Argentina y Brasil y la creciente inquietud por la delincuencia marcaron los dos primeros años en el poder en Uruguay del exguerrillero José Mujica, según analistas y políticos.

Gracias a la disciplina aplicada tras la crisis de 2012, a los altos precios de las materias primas y al contagio del dulce momento de sus vecinos suramericanos, Uruguay acumuló un crecimiento del PIB del 14,5 por ciento entre 2010 y 2011, y en los últimos meses logró cifras récord de desempleo, de alrededor del 6 por ciento.

Hacía años que los ciudadanos no consumían tanto, favorecidos por la depreciación del dólar y por las subidas salariales logradas en los convenios colectivos, conquista del izquierdista Frente Amplio desde que llegó al poder con Tabaré Vázquez (2005-2010).

Después de superar casi sin despeinarse los efectos de la crisis internacional de 2008, la gran pregunta ahora es si el país será capaz de aprovechar la bonanza para modernizarse y volverse más competitivo ante los probables embates de la difícil coyuntura de la Unión Europea.

Según la diputada opositora Ana Lía Piñeyrúa, potencial candidata por el Partido Nacional a la Presidencia en 2014, "la gestión de Gobierno siempre chocó con un problema de incompetencia en la ejecución" y con el rechazo de los sectores más radicales del FA.

Estos obstáculos se vieron reflejados especialmente en la infraestructura, "que el presidente manejaba con obsesión" y donde "no ha logrado concretar en la práctica avances significativos" pese a la aprobación de una ley de asociación público-privada en 2011.

Las presiones del FA, donde conviven guerrilleros, sindicalistas y comunistas con socialdemócratas que dirigen la política económica del país, quedaron también de manifiesto el año pasado con dos controvertidos proyectos para anular la ley que dejó impunes los crímenes de la dictadura (1973-1985).

Mujica, que estuvo encarcelado en duras condiciones durante el Gobierno de facto por su lucha guerrillera, pretende dejar atrás esa etapa, pero mantiene a la vez su apoyo a las víctimas de un episodio cuyas heridas siguen sin cicatrizar.

La cuestión pareció distraerle de otras responsabilidades más coyunturales, aunque para muchos su informal manera de gobernar también impidió concretar reformas de fondo.

Fiel a su mentalidad asamblearia, el mandatario compartió casi siempre con la opinión pública la discusión de las principales cuestiones de Estado, muchas veces a espaldas de sus ministros.

El analista Adolfo Garcé justifica ese comportamiento por "la aversión instintiva, somática" que tiene el mandatario hacia "el ejercicio de la autoridad", pese a la cual considera que al veterano gobernante de 76 años "no le está yendo mal" en la Presidencia.

Ese talante dialogante, recuerda Garcé en un artículo publicado hoy en El Observador, le ha permitido sellar este año un histórico pacto educativo con la oposición, después de resolver el problema crónico de la unificación de los permisos de circulación de vehículos, con el que ningún antecesor se había atrevido.

El experto Oscar Botinelli subraya desde su consultora Factum que Mujica "ha sido, desde la restauración democrática, sin duda el presidente que más acuerdos ha buscado", aunque advierte también que el país se dirige "hacia un Poder Ejecutivo unipersonal" de elevados costos.

En política exterior, Garcé considera que Mujica "recuperó el énfasis latinoamericanista y mercosuriano" perdido con Vázquez, pues mientras este último se peleó con la Argentina de Néstor Kirchner, el exguerrillero hizo valer su buena relación con Cristina Fernández para solventar conflictos como el de la planta papelera en la frontera común.

Piñeyrúa opina, por contra, que el país tiene "un problema bien serio" con Argentina por las trabas comerciales que está aplicando Fernández como parte de una corriente proteccionista con la que también coquetea Brasil, aunque con en esta última nación la relación es diferente.

"Con el Gobierno de Brasil se negocia y se conversa, con Argentina no", pese a lo cual "inexplicablemente hay una falta de energía, de reacción, en la Cancillería, que asombra y hasta indigna", denuncia la parlamentaria.

La oposición también está molesta por la inseguridad en las calles y ha lanzado una campaña de recolección de firmas para convocar a un referéndum que permita bajar la edad de imputabilidad a los 16 años como mecanismo para combatir la creciente delincuencia juvenil.

Está previsto que este jueves, cuando su cumplen dos años del inicio de su mandato, Mujica envíe al Palacio Legislativo el balance de su segundo año de gestión.