Berlín, 27 feb (EFE).- La cazanazis Beate Klarsfeld, que participó en la captura de Klaus Barbie, "El Carnicero de Lyon", se presentó hoy como aspirante de la Izquierda a la presidencia de Alemania frente al candidato de consenso de los partidos mayoritarios, Joachim Gauck, disidente contra el régimen comunista

Klarsfeld, de 73 años y conocida en Alemania por la bofetada que le propinó en 1968 al entonces canciller Kurt Georg Kiesinger, en plena sesión del Bundestag al grito de "nazi, nazi", abrió su campaña a la presidencia definiéndose como "luchadora antifascista" y consciente de que parte como perdedora.

"Siempre defendí posiciones complejas y con pocos recursos. Y pese a todo logré algunos objetivos", apuntó Klarsfeld, quien recordó que su rastreo de antiguos nazis discurrió tanto por su Alemania natal como por algunas dictaduras latinoamericanas -de Bolivia al Uruguay de Alfredo Stroessner o el Chile de Augusto Pinochet-.

Su labor en Bolivia contribuyó a la detención y extradición a Francia de Barbie, "El Carnicero de Lyon", en 1983. Mientras que la bofetada a Kiesinger le costó una condena a cuatro meses de cárcel -luego conmutada por libertad vigilada-, su acción como cazanazis fue reconocida con varias condecoraciones, en Israel y Francia.

Ha vivido media vida entre estos países, actualmente reside en París, tiene doble nacionalidad gala y alemana -"que pienso mantener, si llego a la presidencia"- y habla con un marcado acento francés.

Su presentación, dos días después de ser designada por La Izquierda, estuvo envuelta en un fuerte despliegue mediático, pese a que esa formación cuenta con 125 votos de los 1.240 que tendrá la Asamblea Federal que elegirá al nuevo presidente, el 18 de marzo.

La carrera parece sentenciada a favor de Gauck, el candidato consensuado entre la coalición de la canciller Angela Merkel y las dos principales fuerzas de la oposición, socialdemócratas y verdes.

"Tras dos dimisiones, a Merkel no le ha quedado otra que aceptar al candidato que rechazó", recordó Gysi, la más carismática figura de La Izquierda, respecto a la "singular carrera" que ha llevado a este ex disidente a su designación como candidato de consenso.

Gauck, independiente como Klarsfeld, luchó en junio de 2010 por la presidencia como rival de Christian Wulff, respaldado por Merkel, tras la dimisión de su correligionario Horst Köhler por relacionar la misión en Afganistán con los intereses económicos de Alemania.

Wulff dimitió hace una semana y media, tras dos meses largos de escándalo por sospechas de corrupción, a lo que siguió un duro tira y afloja en la coalición hasta que Merkel aceptó a Gauck.

"Tenemos algunos puntos biográficos en común, es cierto. Los dos hemos luchado contra la impunidad y los crímenes del pasado. Yo, los del fascismo; Gauck, los del comunismo", dijo Klarsfeld respecto a Gauck, once meses más joven que ella.

Ambos representan a la generación de "luchadores" de la posguerra alemana: ella, desenmascarando pasados nazis, dentro y fuera de su país natal; él, como pastor protestante y disidente, en tiempos de la Alemania comunista, y al frente de la custodia de las actas de la policía política de la RDA, la Stasi, tras la caída del Muro (1989).

Gauck es el candidato consensuado entre las principales fuerzas parlamentarias, excepto la Izquierda. Ello remite a los recelos de sus bases poscomunistas y al propio Gysi, quien durante años luchó contra las sospechas de haber sido confidente de la Stasi, fundamentadas en las actas que tutelaba Gauck.

La carrera entre el candidato consensuado y Klarsfeld parece sentenciada por el desequilibrio de fuerzas que apuntalan a uno y otro, a lo que se une el fuerte carisma del primero.

A Gauck, elocuente y popular, se le consideraba ya la figura idónea para el cargo -representativo, pero con áurea de autoridad moral- cuando fue derrotado por Wulff.

Klarsfeld se mostró insegura en su presentación y con claras lagunas de conocimiento respecto a la política actual de Alemania, país donde no vive, incluida la vida interna de La Izquierda, lo que la obligó a buscar con la mirada a Gysi, antes de responder a cualquier pregunta en su primera gran sesión mediática.

Por Gemma Casadevall