Tlaxcala (SDPnoticias.com).- Son las 8:00 de la mañana y de lejos Gabriel parece un chico de ocho años. Postrado en una silla de ruedas, está envuelto en al menos cuatro cobijas, trae una mochila con el escudo del Capitán América y dentro un suero de manzana. 

No es tan fácil leer sus labios porque le cuesta trabajo ordenarle a su boca qué decir, en tanto, se nota que practica dos palabras: papá y mamá. 

El primero de ellos está con él y hace un esfuerzo por entenderlo, cuando por fin capta lo que Gabriel quiere decir le quita el seguro a la silla de ruedas y entonces lo empuja por el pasillo que se ha formado con vallas verdes en el recinto ferial de Tlaxcala. 

En el pecho, pegado en el suéter, un sticker explica qué hace Gabriel a estas horas en este lugar donde la temperatura ronda los 10 grados: “Programas integrales de desarrollo” y más abajo “beneficiario… gobierno de México”. 

Como otras 100 personas, Gabriel ha venido hasta éste lugar desde Xaltocán -a una hora de camino de Tlaxcala capital-, para agradecerle a Andrés Manuel la beca con la que se beneficiará a partir del próximo mes, un monto de dos mil 550 pesos bimestrales. 

Una vez que se acerca a la zona donde están los medios de comunicación, su padre, Alberto Zamora, le toma la mano derecha envuelta en un guante de algodón -es por el frío y para que, con algún movimiento brusco, no se lastime- y le pide que salude a los reporteros. 

“Se llama Gabriel Misericordia”, confía el padre, a quienes le preguntan el nombre del chico y agrega “le íbamos a poner ‘de la Misericordia’, pero en el registro civil no nos lo permitieron”. 

Algún curioso que escucha la conversación le dice a Alberto que parece que su hijo tiene nombre digno de un libro de literatura. Gabriel Misericordia sólo mira hacia arriba y, como si las sonrisas no necesitaran la orden del cerebro, se ríe. 

Gabriel Misericordia nació un 12 de mayo, día que en calendario católico pertenece a la Virgen de la Misericordia, cuyo mito nació en Colombia pero que es venerada en Apizaco, a una media hora de la capital tlaxcalteca. 

Alberto continúa contando la historia de su hijo de 14 años -la cuadriplejia ha hecho que su cuerpo tenga la mitad del tamaño de un chico de su edad-. “Nació en 2005, nació bien, tenía todos los movimientos, pero a los dos meses le dio una neumonía y un mal procedimiento médico lo dejó cuadripléjico”, relata. 

Con la Malinche de fondo y con la gente aún acomodándose en las sillas que encuentran vacías antes del anuncio de la llegada del presidente, Alberto relata que desde los tres años Gabriel Misericordia va a terapia para mejorar sus movimientos, dice que ya le operaron la cadera dos veces y que ya ha empezado a dar pasos apoyándose de una andadera. 

“No tuvimos más hijos porque iba a ser injusto para los dos, seguramente habría reclamos de que por qué le prestamos tanta atención a Gabriel”, confiesa Alberto como si platicara de una fantasía, una en la que Misericordia es un niño que va a la secundaria como cualquier otro chico de su edad.  

A un lado de esta historia y dándole la espalda a Gabriel y su padre, un hombre del tamaño de un oso escucha atento. Se llama Mariano Hernández y viste de negro, voltea e interrumpe la conversación para externar su punto de vista en el que le atribuye la situación del chico de 14 años a un designio divino. 

Luego de agradecer el comentario, Alberto le dice a Gabriel que es hora de despedirse. “Nada más lo traje a que se despejara tantito aquí porque ya está fastidiado de estar en un solo lugar. Despídete de los periodistas, Gabriel”. Algunos le dan la mano, otros acarician su cabeza y unos más piden abrazarlo. 

Gabriel sonríe con compasión antes de volver a su lugar en una zona del domo del recinto ferial que la logística de Presidencia ha cercado con pesadas vallas verdes como si el joven y el otro centenar de personas con alguna discapacidad tuvieran la intención de acercarse peligrosamente al mandatario. 

Desde ese corral anti motín, al llegar Andrés Manuel cerca de las 11 horas, Alberto carga a Gabriel y estira la mano para pedirle al Presidente que los salude, López Obrador los ve y se acerca, el papá del chico le entrega un papel doblado en cuadro que el presidente ni siquiera guarda en la bolsa de su pantalón, se lo da a alguien de la Ayudantía. 

Dice la Real Academia Española que “misericordia” es la “virtud que inclina el ánimo a compadecerse de los trabajos y miserias ajenos". Gabriel es de los muy pocos que lleva bondad en el nombre y la sonrisa.