Oaxaca, Oaxaca.- En el 2006 se registró una insurrección en Oaxaca que desafió el proceso de transición a la democracia que México había iniciado en el año 2000. Desde entonces a la fecha el país se ha sumido en un periodo de conflictividad permanente que para algunos activistas y defensores como Yésica Sánchez Maya, está por causar un colapso nacional.

En la última parte de la entrevista para esta serie Tierra de impunidad, Sánchez Maya, quien fue integrante de la dirección colectiva de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), empieza haciendo un relato de los acontecimientos ocurridos en esta ciudad.

“El 2006 es el preludio de toda la situación que hay en México y en Oaxaca hoy. El tema de la falta de concertación política por parte del estado que está obligada hacerla y que se asume como poses personales y no como posiciones de estado. El colocarse como una parte en conflicto pero no como el ente a resolver. El estado se colocó como antagónico a cualquier otra expresión en oposición a él y dejó de mirarse como el responsable de resolver los problemas.

“Se había ido de Oaxaca José Murat y había recibido la gobernatura Ulises Ruiz Ortíz. Murat se fue como en una lógica de un tipo que había hecho actos de corrupción, que había golpeado al movimiento, que había sido lo peor de Oaxaca. En la protesta recordemos que Murat aprobó en el 2000 la ley de amnistía que dejó en libertad a cientos de indígenas acusados o vinculados al EPR. Eso fue cono un señalamiento grueso en su contra porque: “¿qué onda con Murat que dejó a un chingo de guerrilleros libres?” y había dejado a Oaxaca como en una convulsión social de permisibilidad hacia la Sección 22 porque como quiera que sea dejó una 22 encumbrada, a la que el Estado respetaba”.

Cuando llega Ulises Ruiz intenta dar un mensaje distinto: “aquí yo no voy a ser como Murat. Nada de marchas, nada de plantones. Aquí el estado de derecho se va a aplicar”. Entonces comienza una política de golpeteo hacia el movimiento social. En esa temporada yo me acuerdo mucho que movimiento civil hicimos las agendas para el Instituto de Transparencia, para los feminicidios... O sea, llegamos como una batería de agenda ciudadana que se firmó ahí por los tres candidatos. Ulises firma las agendas pero no duramos ni tres meses en diálogos para ver cómo andaban las agendas y se rompió el diálogo con Ulises. De ahí se polarizó el estado y vino un golpeteó que desdeñó justo como cerró su sexenio donde no tenía diálogo con nadie, donde se rompió cualquier línea de concertación. Entonces se genera todo el tema 2006 un 14 de junio cuando intenta desalojar a la Sección 22 de su plantón en el Zócalo. Debido a ello hay un reviré por parte de la sociedad y hace que la 22 retome el asunto pero que se genera un ambiente de ingobernabilidad ya más de facto. Porque creo que la ingobernabilidad comenzó desde el primer año cuando Ulises rompe todos los canales de diálogo. O sea, él vivía sólo en su burbuja haciendo y deshaciendo. Entonces todo el tema 2006 arrojó el indicador de alguien que quería legitimarse después de cuatro años de ruptura con todos los sectores y que lamentablemente cuando se da la exigencia de la destitución de Ulises…

- ¿Esta inoperancia de Ulises Ruiz era algo muy evidente?

- Me tocó ser parte de las mesas de diálogo con el entonces secretario de Gobernación, Carlos Abascal y Abascal decía “el movimiento de Oaxaca es legítimo”. Es obvio que un gobierno como ese merece una oposición como la que está teniendo porque el tipo no supo establecer el diálogo. Pero imagínate el antecedente a nivel nacional de que la federación destituyera a un gobernador. Entonces me pareció como muy interesante la legitimación que había por parte de la federación a la resistencia que había en Oaxaca. Pero ahora sí que midiendo las aguas porque recordemos que en ese tiempo vino la elección donde Fox se iba y se cuestionó si había ganado López Obrador o Calderón. Se necesitaba del PRI para legitimar a Calderón a razón de que la oposición de izquierda decía lo contrario.

- Sí, es un precedente que marca porque el gobierno de Calderón termina legitimándose por la fuerza, con las fuerzas armadas.

- Hubo un primer inter que fue “yo no puedo golpear al PRI quitándole a su bastión en Oaxaca”. Ubicando Oaxaca como voto duro, como un punto de gobernabilidad nacional también. Fue un “desgastémoslo, reprimámoslo hasta donde aguante”. Su propia lógica permitía libertad al movimiento pero cuando tuvieron que azotar la bota la azotaron, y no la de Fox sino la de los militares. Entonces todo este pacto que se da entre el PAN y el PRI en razón de que venía un gobierno deslegitimado, una necesidad de resolver Oaxaca, pero también Ulises vendiendo caro lo poco que le quedada. También como un operador estrella del PRI porque el tipo no se quedó nada más en Oaxaca, se dedicó a invertir lana y a ser un operador nacional del PRI. Todo eso me parece que colocó en el centro la convulsión que hubo en Oaxaca y que fue muy complicado obtener la destitución de un gobernador. Porque fue Ulises pero fue Calderón. Fue que legitimando a URO legitimaban a Calderón. Y bajo un modelo de uso de fuerza.

A Oaxaca yo no lo puedo mirar como el conflicto de la APPO con URO si no la APPO con el sistema. Entonces ¿qué papel tenía que jugar el estado frente a una rebelión como se dio en Oaxaca? No se aventaron porque sabían que no se iba a quedar el asunto en Oaxaca. Si teniendo un régimen represor, nefasto, corrupto, había la posibilidad de destitución era demasiado el mensaje a nivel nacional. Porque yo creo que la clase política ubica que los régimenes están descompuestos y abrir esa llave en Oaxaca significaba una catástrofe nacional y lo que hicieron fue generar procesos de criminalización, de terrorismo, de tortura para protegerse.

- A ti te tocó documentar directamente varios casos…

Sí. El caso de Emeterio Marino es muy fuerte porque es casi como decir postconflicto, pero el caso de gente desaparecida por días como el de Ramiro Aragón que estaba como solidaria buscando a otra gente que estaba desaparecida. Y te decía cómo se juega con esta estrategia de denostar a personas líderes, pero la otra estrategia que hay de la gente solidaria, simpatizante, que sostiene al movimiento. Porque sí creo que hay un movimiento duro de izquierda pero también otro de solidaridad. ¿Quién llevaba el café?, ¿quién llevaba la cobija? O sea, ¿quién sostenía de manera permanente ese plantón? No era propiamente el movimiento de izquierda. Los que sostenían eran estos como Ramiro, gente que estaba comprometida. A mí me parece que los casos de ellos fue el mensaje de “el biólogo perteneciente a una ONG, el compañero maestro y el estudiante”. Un componente que fue dirigido a tres elementos importantes dentro de la sustentabilidad a mediano plazo de una lucha. Por otro lado, todo el tema de las detenciones arbitrarias, de las golpizas que le ponían a la gente cuando la 22 estuvo en buen momento o la APPO pues se lograba jalar a la gente y liberarla en ipso facto. Después se viene lo de las caravanas de la muerte, todo este terrorismo. “Si tú sales en la noche puede tocarte una balacera entonces ya no hay que salir. Ya no hay que llevar el café. Ya mejor no hay que acercarse porque es bien peligroso”. Luego viene el operativo del 25 de noviembre.

- ¿Las caravanas de la muerte fue la fase más ilegal del gobierno porque se disfrazan de civiles para cometer estos ataques?

- Ese tiempo fue cuando también habilitaron las fiscalías móviles por parte de los ministerios públicos. Como la lógica era “mata, intimida, tortura”, pero a la vez comenzaban a perfilarse todo los operativos afuera del estado. Creo que ese momento en el que aparecen las caravanas de la muerte es cuando hay más asesinatos. Subió fuertemente las ejecuciones y la llegada más notada de las fuerzas militares y cuerpo federales a Oaxaca. Creo que fue cuando comenzó a gestarse el punto álgido de todo el aparato del estado. Desde los porros apareciendo, los policías vestidos de civiles hasta gente que habló de operativos de kaibiles. Después viene toda esta parte más fuerte de las 143 detenciones del 25 de noviembre donde son trasladados a penales de alta seguridad. Primero de los que no eran líderes y luego de los líderes y todo esta exhibición de Flabio, etc. La huida, también, que tuvieron que hacer otros líderes.

Uno de los desafíos para quien participa en la lucha social es decir “sigo aunque sé que me van a matar o meter a la cárcel o me resguardo”. Creo que fueron momentos difíciles para el movimiento de cara a la gran estrategia que hizo el estado de inhibir con terrorismo, con tortura, con desaparición, con prisión política, de los traslados a Nayarit. Esos traslados comenzaban a dibujar lo que ahora tenemos.

- ¿Qué tipo de tortura es la que se documentó en 2006?

- Yo creo que la tortura tuvo un proceso de evolución. Después de 1996 Oaxaca contó el tema de estos operativos en el marco de la aparición de grupos guerrilleros donde se documentó esta parte de sumergimiento en agua, de toques en los testículos, de amenazarlos con tirarles del helicóptero. Esa me parece que fue una etapa muy trágica y fue tortura a gente indígena. En 2006 también se utilizó los toques, pero también la amenaza de violación a esposas e hijas. Se utilizó también la tortura como un tema de inteligencia. Todo el tema de la tortura psicológica. También se comenzó a documentar la tortura a mujeres. Creo que en la de 1996 fue muy focalizada en hombres. En 2006 por el papel que tuvieron las mujeres se comienza a documentar la tortura a mujeres y amenazas de violaciones sexuales. También a varones. Hay sospecha de algunos casos donde hubo violencia sexual contra varones pero en el marco de lo que significa decir ser víctima de violación es difícil. Ahí también hay una evolución. Aparecieron nuevos sujetos de tortura. Había gente que la obligaban a gritar las consignas y les daban con todo. También la inhibición hacia ese nuevo rol “a ver si muy chida ahora. Tú deberías estar en tu casa y no en la calle”. El hecho de que a las mujeres las ingresan pelonas a Nayarit también fue un acto de tortura. Este maltrato que te decía de las prisiones ahora lo tengo más claro. Imagínate a una mujer mestruando donde le tardan un día en dar un toalla. Este tema de la humillación. Sí hay como una evolución a una tortura fina. Como el tema del tacto vaginal como un mandato de las cárceles.

- En México en el 2000 hubo una alternancia. Llegó por primera vez un presidente de un partido político distinto, hubo mayor representación plural en el Congreso. El país de tener un régimen de partido único en el siglo XX a una democracia representativa en este primer cuarto del siglo XX. Ahora hay más libertades económicas, por ejemplo, pero hay más extorsiones a las empresas; hay más libertad de manifestarse, pero hay más presos políticos y más casos como el de los 43 estudiantes de Ayotzinapa; hay más libertad en el periodismo, pero más periodistas asesinados que nunca en la historia de México. En resumidas cuentas estamos ante una democracia que ha producido más violaciones a los derechos humanos que las dictaduras puras y duras latinoamericanas. ¿Cómo entender esta realidad en la que vivimos?

- Yo creo que la libertad que hay en México es de marketing. Hay una cortina de humo que el gobierno mexicano ha generado hacia a fuera donde hay reforma constitucional en el 2012 en materia de derechos humanos, donde tenemos órganos autónomos, un mecanismo nacional de protección a defensores y periodistas, una Comisión Nacional de Atención a Víctimas de graves violaciones a derechos y delitos, pero que en el concreto es solamente esa cortina de humo. Al interior México es un gobierno autoritario. No hay una política de Estado. Aquí la política es un coto personal para poder chingarse al de enfrente y demostrar quién tiene más lana, quién tiene más poder. No hay lógica de Estado.

- Da la apariencia, la impresión, que el autoritarismo y la corrupción que monopolizaba el PRI, a partir del 2000 se dispersó a los demás partidos políticos…

- Sí. Fue como un efecto cascada. Todo se volvió un patrón que se salió de control. El tema del crimen organizado, por ejemplo, que se posicionó en el país. El estado ha generado la aceptación de una situación donde matan y ejecutan. Creo que el susto y el hastío de la no gobernabilidad puede llevar a un colapso social. Yo no miro lejos un colapso y que no haya control de nada.

- Hay más de diez millones de armas en México…

- Que entran de manera ilegal y circulan de manera ilegal y eso también nos va abonando al episodio de violencia que se puede mirar con mayor auge en México en un futuro no muy lejano.