Monterrey, México.- José Humberto Márquez Compeán nació en Monterrey el 7 de abril de 1986. Solo estudió hasta sexto de primaria porque, como miles de niños mexicanos, tuvo que ponerse a trabajar como ayudante de albañil para ayudar a su familia. Cuando elementos de la Marina lo torturaron y asesinaron, ya tenía 26 añosde edad. Estaba casado y era papá de dos niñas y un niño. Debido a la salud de su esposa, en las fechas en que murió, José Humberto había regresado con su familia a la casa de su mamá, Cristina Compeán, en la colonia Sierra Ventana, de Monterrey. 

José Humberto fue detenido primero por agentes de la policía de Santa Catarina y luego por la Marina, como se documentó en las anteriores entregas de Tierra de Impunidad. El sábado 19 de marzo de 2010, el joven albañil estaba limpiando una casa en Santa Catarina con su esposa, cuando recibieron la llamada de su mamá, quien les avisaba que en la colonia estaban los promotores del programa Oportunidades dando apoyos. La esposa de Márquez Compeán se dirigió de inmediato para allá y éste decidió irse al día siguiente porque el domingo iba a trabajar en un mercado ayudando a un vendedor apodado "Don Quesos". Cuando terminó la faena, el albañil fue a la parada de camiones, donde lo detuvo la policía de Santa Catarina, acusándolo de ser halcón de la mafia, luego de revisarle su identificación y ver que su domicilio estaba en Sierra Ventana -una colonia lejana de Santa Catarina y estigmatizada como lugar de delincuentes. 

Su madre, Cristina Compeán, recuerda que se quedaron esperándolo todo el domingo. Lo último que les dijo es que ya había terminado de trabajar en el mercado, por lo que iba para la casa. “Nosotros nos enteramos hasta el lunes que lo habían detenido, gracias al vecino de aquí de enfrente. Nos dijo que él había visto en la tele que en Santa Catarina habían detenido a Humberto y que se lo habían llevado. No sabía cuándo. El muchacho le habló a mi nuera. Entonces mi nuera me habla al trabajo y me dice que lo tienen detenido. Empiezo ya a investigar pero no logré nada, pedí la salida del trabajo y me vine a la casa. Ya venía en camino y me habla otra vez mi nuera y me dice: 'véngase rápido'. Yo pensé lo peor, lo peor pensé. Me vine, llegué a la casa y ya salió en las noticias que... que había aparecido muerto...Yo trabajaba en unos edificios y el de la recepción todos los días me dejaba las notas porque sabía de mi hijo. Yo tenía los recortes de periódico con todos los detalles”.

- ¿Incluidas las notas de Francisco Cantú en las que se prueba que su hijo fue detenido con vida por la Marina unas horas antes de ser asesinado?

- Sí. Estoy muy agradecida con él por su vista y su trabajo. Le tocó a él la noticia cuando él estaba tirado allá y asoció muy bien que él era el que subieron a la patrulla y él dice que si lo habían subido vivo por qué estaba muerto allá. Entonces él fue la clave más que nada para que se supiera que era el muchacho que habían subido en Santa Catarina. 

- ¿Cómo era José Humberto? 

- Era tranquilo. No era amiguero. No tenía muchos amigos. Era, no es porque yo sea su mama…él era... el 27 de enero yo cumplía años y llegó con un pastelito chiquito y me abrazó y me cargó y me traía abrazada. Ese es el último recuerdo que me queda. Estaba el niño chiquito todavía y le decía “pa, pa, suéltala” y él le decía “no la suelto porque yo quiero mucho a tu abuelita”. Entonces ya lo cargó también a él y nos traía abrazados a los dos. Eso pasó en enero, y en marzo, el 08 de marzo, cumplía años el niño y le compró una piñatita, de Cars. Cuando sucedieron los hechos le había dejado a mi nuera en el refri una bolsa de salchichas, unos quesos que le había dado el señor y una bolsa de dulces para el niño. Porque él adoraba a sus niños. Humberto de nueve, Cristina Gabriela de 13 y Karina Elizabeth cumplió 18 años ahora en agosto.

-  Ante las fotografías que tomó el periodista Paco Cantú, que demuestran la actuación ilegal de la autoridad en el caso de su hijo, ¿qué fue lo que hizo usted?

- Primero, fui a la Comisión de Derechos Humanos, la que está en Morones Prieto, pero me dijeron que el trámite era de México y que todo se estaba llevando allá. Y pues yo aquí me sentía sola. O sea, no me sentía apoyada por nadie. Y yo acudí a Ciudadanos en Apoyo a los Derechos Humanos (CADHAC) donde me dieron mucho la mano y hasta ahorita.

- ¿Cómo se entera de CADHAC? 

- En las noticias. Eran como las seis de la tarde. Iba a ser el Día de muertos. Como que estaban haciendo un programa en Macroplaza. Yo estaba aquí acostada con mi tristeza. Vi que esa organización estaba haciéndolo por los desaparecidos, por las cosas que no habían recibido solución. Y yo dije “voy a ir”. Me levanté de la cama y agarré un taxi. Y fui. Ahí estaban todavía. Ya me puse en contacto con la hermana Consuelo Morales.

- ¿Hasta antes de noviembre de ese año no recibió ninguna notificación?, ¿alguna autoridad que la buscara?,

- Nada, nada. Hasta que empezó CADHAC a ayudarme fue cuando empezaron a buscarme.

- ¿Tampoco había una denuncia?

- Denuncia sí había porque yo la puse.

- ¿La citaron alguna vez a declarar, a ratificar? ¿Hubo algunas diligencias?

- Sí. Me citaron y estuvieron viniendo algunas gentes de México de los Derecho Humanos. Yo las cosas que sé son por CADHAC. Si estoy al tanto es porque CADHAC me informa. Mantenemos contacto y es quien me está dando toda la información.

- A veces los medios de comunicación repiten la versión oficial sin confrontarla, y en este caso, ante la evidencia conseguida por Paco Cantú, la autoridad dijo que José Humberto vendía drogas y así lo manejaron los medios. Ya revisamos el expediente con el abogado Carlos Treviño y no hay evidencia alguna de que su hijo fuera narcomenudista. José Humberto no tenía antecedentespenales, es más, ni siquiera una acusación formal de nada. Estaba totalmente limpio de delito alguno. Sin embargo, en los medios quedó registrado así. ¿Qué le diría a las autoridades que hacen estos señalamientos? 

- Sí, porque le sembraron una bolsa de droga cuando lo encontraron. Pues está mal la autoridad. Siempre se ha visto que le siembran droga a los muchachos. Y no no más droga. 

-¿Por qué cree usted que lo detuvieron a él exactamente? ¿Tiene alguna idea?

- Por versiones que he oído de allá de Santa Catarina dicen que porque iba pasando un convoy con no sé quién de la policía de ahí y que ellos estaban ahí como muy sospechosos y que por eso los subieron. Versiones que yo he oído en Santa Catarina dicen que él estaba en la parada esperando el camión y va pasando un convoy con el señor de la policía de allá de Santa Catarina y fue cuando los detuvieron a él primero y después al otro muchacho. Que porque estaban sospechosos. A ellos los llevaban en la patrulla y más adelante de ahí fue cuando (en ese tiempo estaban Los Zetas, creo) balacearon al convoy. Cayeron muertos dos escoltas del señor ese. Yo todo lo demás lo supe por las noticias. 

- ¿Qué versión le da la autoridad? Porque cuando va usted por el cuerpo de José Humberto, algo tienen que decir las autoridades. 

- Nada. Simplemente fui al anfiteatro a identificarlo, que de hecho yo en ese rato ni lo pude identificar a como estaba. Estaba muy golpeado, muy torturado. Y para sacarle una verdad que ni enterado porque él no tenía nada que ver en ese asunto.

-¿Qué expectativa tiene a siete años de distancia? 

– Estos han sido los años más difíciles de mi vida porque además de todo no he recibido apoyo de ninguna institución. Mis nietos están sin ningún apoyo, ni psicológico ni ayuda de ninguna. He tocado puertas. He ido a COPAVIDE, al Palacio Federal para pedir ayuda y hasta la fecha no he recibido nada. “Hasta que vayan a su colonia. Le hacemos encuesta y después veremos”. También fui a otra institución que me mandaron allá por Gonzalitos, llevé papelería y tampoco. Estos niños son olvidados; están olvidados. 

- ¿Qué le dice CADHAC? ¿Creen que va a haber justicia?

- Ellos están bien convencidos de que va a haber justicia. Yo espero la justicia de aquí y también la justicia de Dios porque esto no se tiene que quedar impune. 

- ¿Ahora qué piensa cuando ve una patrulla o un camión de la policía?

- Siempre, más si son de la Marina, siento un dolor y una impotencia porque mi hijo está todavía sin que haya justicia, sin que hayan procesado a las personas que ya saben que lo mataron, que ya están identificadas.

- Vemos también que la CNDH ya emitió una recomendación muy fuerte: responsabilizó a la Marina y ahora el estado tiene que apoyarla a usted en el cuidado de sus hijos. ¿Ha recibido algún tipo de apoyo?

- Ninguno, ninguno. Estamos olvidados. Yo trabajo tres días a la semana y de lo poquito que tenemos le damos a esta niña que está con nosotros. El niño que cada 8 días viene al catecismo. Lo llevo y lo traigo. A ella también, está en la secundaria aquí. Pero no más lo que podemos darle nosotros porque no tenemos ningún apoyo. Siendo que el gobierno se debió haber hecho cargo de ellos desde el primer día que salió esa encomienda de los Derechos Humanos.

- ¿Qué le diría a la sociedad sobre su caso? 

- Yo les diría que no juzguen sin saber ni conocer a la gente porque todos estamos expuestos en esta vida a pasar por muchas cosas, y más por estas impunidades que tenemos ahorita. Nadie estamos fuera de que nos apunten con el dedo; nadie. Si no conocemos a la persona, pues, no juzguen. No sabemos si sí o si no. Hay que investigar y saber bien la cosas. 

- ¿Cuál es su esperanza?

- Que se haga justicia, no tanto allá en el cielo si no aquí en la tierra, que los culpables no se queden impunes, que paguen. ¿Por qué una persona X mata a otra y de inmediato lo tienen en la cárcel? ¿Por qué ellos, después de tantos años, siguen libres? Eso no es justicia. Ellos son la justicia y los que cometen los errores y se queda libres, impunes, y a la demás gente que hace cualquier cosa la encierra. 

- ¿Por qué cree que en otros casos con menos evidencia que en el del asesinato de su hijo hay más justicia?

- Lo que pasa es que hay gente, como el doctor que le mataron a su hijo en el bulevar Acapulco, o como los del Tec de Monterrey, que tienen dinero con que pagar. Nosotros somos pobres. Lo único que tenemos, yo en lo personal, es el apoyo de CADHAC. Eso lo que me ha ayudado porque ninguna institución, nadie, nadie, nos ha ayudado. Con nosotros no hay justicia.