Manuel Arias Montes es sacerdote de La Inmaculada de Juquila, una parroquia ubicada en la Unidad Ricardo Flores Magón de la ciudad de Oaxaca, pero es conocido en diversos lugares del mundo por haber creado la teología india, una catequesis que busca llevar el evangelio a las comunidades indígenas aprovechando la experiencia de cada uno de estos pueblos. En los setenta, al término de sus estudios de Filosofía y Teología en el Seminario Mayor del Sureste, fue enviado a Roma a estudiar Teología Dogmática en la Universidad Gregoriana. Después de su primer estancia europea regresó a Oaxaca para dar servicio y aprender del entonces Arzobispo Bartolomé Carrasco. En los noventa regresó a Europa para estudiar un doctorado en la Universidad de Tubinga, donde se graduó con la tesis titulada Y la palabra de Dios se hizo india, un clásico de la literatura religiosa contemporánea que el padre Arias desarrolló en la misma universidad donde estudió el Papa Benedicto XVI.

Entre las cosas que estudió el padre Arias en su estancia europea se encuentra el derecho canónico. Por ello y por su compromiso con los pueblos indios, es que el padre Apolonio Merino, miembro del Consejo Presbiteral de la Arquidiócesis, lo buscó en 2009 para contarle las múltiples denuncias de abuso sexual de niños que había en contra del padre Silvestre. Antes de buscar al padre Arias, Apolonio había consultado al Arzobispo José Luis Chávez Botello, quien le había dicho que, de acuerdo al derecho de la iglesia, él como sacerdote no debía oír a las víctimas, ya que esa era una tarea única y exclusiva del Arzobispo.

Arias le dijo a Apolonio que tal cosa era falsa y que tenía la obligación de comentar lo que sabía al Consejo Presbiteral, una especie de senado del obispo, en el que se discuten los problemas más acuciantes de la arquidiócesis. Apolonio invitó después a que Arias escuchara a las víctimas. Así fue como éste se enteró de los casos específicos de pederastia clerical. Tras oír por horas a papás, mamás, hermanas y a los niños, se convenció de que había sido cometido un pecado muy grave en las comunidades zapotecas. Arias vio que entre las víctimas, además de dolor había mucho temor a denunciar, pero aún así querían hacerlo.

Ni Apolonio ni Arias dieron parte a las autoridades judiciales sobre lo que sabían. Decidieron invitar a otros sacerdotes a escuchar los testimonios para tratar de llevar el caso en conjunto al interior de la Arquidiócesis. Así fue como se formó un grupo de diez sacerdotes que estuvieron apoyando a las víctimas, algunas veces en la ciudad de Oaxaca y otras viajando a las comunidades lejanas para estar con ellas. Palparon lo que había: temores, amenazas, descontentos, enojos, iras y anhelo de justicia. La decisión del grupo de sacerdotes fue elaborar una denuncia formal ante el obispo, a quien le llevaron los testimonios, cartas y documentos que tenían. Fue el 16 de junio 2009 cuando advirtieron en persona y por escrito al arzobispo Chávez Botello y a su auxiliar Oscar Campos Contreras -obispo de Tehuantepec-, lo que había hecho Silvestre. Su denuncia comienza aclarando por qué estaban denunciando la atrocidad sucedida: 

“Por amor y fidelidad a la Iglesia

Sr. Arzobispo José Luis Chávez Botello

Presente.

Le comunicamos caso de pederastia

Principios:

1)       Actuamos movidos por nuestra responsabilidad de presbíteros de esta Iglesia y de toda la Iglesia (PO 6). Responsabilidad que nadie puede sujetar so pena de ser sancionado por la ley de la Iglesia (Cf. C 341), no sujeta por tanto a instancias o métodos que dilaten la justicia.

2)     Nosotros sí creemos en nuestro pueblo pobre e indígena de Oaxaca, nacimos en él, sabemos cuándo sufre, hemos aprendido a escucharlo y a compartir con él la verdad. Nadie puede poner en duda nuestra convicción de que sabe organizarse para hablar y actuar con la fuerza de la verdad cuando así lo decide.

3)     Respetamos a quienes ponen en duda permanente la verdad de este pueblo, sea porque lo desconocen o porque se han acostumbrado a creer sumisamente lo que hablan los poderosos. El respetarlos no nos hace tomar la misma actitud de sumisión.

4)     Representamos a muchos hermanos sacerdotes y laicos pobres e indígenas que sienten ya cercana la explosión legal mediática que puede llevar a nuestra iglesia diocesana a un nivel de escándalo del que saldrán dañados muchos hermanos sacerdotes y principalmente el obispo.

En la misma reunión con el Arzobispo Chávez Botello y el Obispo Campos Contreras, los sacerdotes denunciantes leyeron las peticiones que habían escrito familiares y miembros de las autoridades de los pueblos indios.

Las inmoralidades y el daño psicológico que causó el sacerdote (si es que se le puede llamar así) el C. Gerardo, a los niños y jóvenes de la comunidad y que por motivo de seguridad e integridad física omito nombres… les hacía caricias obscenas y jugueteaba con ellos… en una de las festividades…, invitó a unos jóvenes a tomar y les compró cartones de cerveza y que ya tomados a no de ellos le estuvo chupando el pene y acariciando indebidamente… el daño moral causado aún prevalece en estos niños y jóvenes…, no podemos aceptar que este tipo de actos continúen sucediendo y que nada ni nadie haga algo para remediarlo… espero que esto sirva de algo y se pueda actuar en contra de esta persona y reciba un castigo ejemplar.

(Santa Catarina Yetzelalag, Villa Alta, Oax., a 12 de junio del 2009).

Ponerlo al tanto (al arzobispo) de las irregularidades que se han visto en esta cabecera de San Ildefonso Villa Alta por parte del Padre Gerardo Silvestre Hernández. Como es sabido de usted desde el momento en que hizo el cambio el pasado mes de marzo hubo inconformidad por parte de los fieles católicos ya que se sabía que el Padre Gerardo presentaba defecto en su conducta motivo por los cuales tuvo diferentes problemas en la parroquia de Santiago Camotlán… sus preferencias y gustos personales son sólo de él pero lo han visto tomado en los basureros por las noches y anda con el cuello lleno de chupetones morados dando esta mala imagen a lo que él representa sobre todo porque se cuenta con regulares niños recibiendo doctrina… Señor Arzobispo como podemos confiar en una persona con este tipo de conducta teniendo en este momento a nuestros hijos recibiendo la catequesis, arriesgando a que ocurran cosas peores y que alguno de los padres de familia tome represalias contra el Padre arriesgando su integridad física o denunciándolo públicamente.

(San Ildefonso Villa Alta, Oax., junio 9 del 2009)

Por todos los antecedentes y el comportamiento del Padre es necesaria su intervención para que reciba la ayuda inmediata ya que no se trata de evidenciarlo públicamente sino de ayudarlo a superar a su problema y con esto evitarle daños a él y a la Iglesia...

(San Ildefonso Villa Alta, Oax., junio 9 del 2009)

Hay otro joven en esta comunidad que ha sido otro de sus amigos íntimos del padre y comenta que los de Camotlán son unos p%&$ porque dan su limosna para que él las disfrute ya que dice que el padre le da a él por los favorcitos que le ha hecho y que por fin se aventó de cura.

(San Ildefonso Villa Alta, Oax., junio 9 del 2009)

…Cuando en una reunión le hicieron ver sus fallas… se molestó y les pidió fotos o videos… les dijo que no les extrañara que un padre tomara ya que hay padre borrachos, mujeriegos… y hasta con hijos y que son peores más hasta hay obispos borrachos con mujeres.

(San Ildefonso Villa Alta, Oax., junio 9 del 2009)

Lo que no citan en el documento, aunque se lo le hicieron saber al Arzobispo Chávez Botello en aquella reunión de junio de 2009, es que el padre Silvestre, cuando era increpado por un grupo de fieles, les dijo que en la Arquidiócesis no les iban a hacer caso porque “el obispo es mi pollo”. En el documento, que hasta ahora se hace público, los sacerdotes denunciantes concluyen:

1)     Estamos indudablemente ante un caso probado de pederastia clerical en una zona indígena. La patología del Padre Gerardo es manifiesta, combina la afición homosexual hacia los niños con su afición al alcohol, por eso su afición al dinero y al poder de párroco y decano que el obispo ha dado. Indudablemente debe someterse inmediatamente a estudios psicológicos serios y a un tratamiento apropiado lejos de esas parroquias y en el lugar apropiado, sin eludir – si llega el caso – la justicia.

2)     Las familias y comunidades, justamente indignadas, han actuado con una caridad enorme y propia de la nobleza de alma que portan los pueblos indígenas creyentes. Tienen que ser reconocidas y valoradas públicamente.

3)     Los conflictos legales que de esta situación se deriven son justos y tienen que ser resueltos sin corrupción, a favor de los ofendidos para que se restituya – hasta donde sea posible – la salud física y metal de las personas y los pueblos ofendidos.

4)     El Arzobispo tiene toda la información necesaria, puede obtener más, si lo quiere, pero con la que tiene debe actuar de inmediato para no provocar un daño mayor a los niños de las parroquias de Villa Alta y Camotlán y daño moral a la Iglesia. No actuar inmediatamente lo convertiría en ante los ojos de la Iglesia y la sociedad en encubridor de un clérigo pederasta, contra todas las exigencias de los últimos dos Papas.

5)    Tendrá que buscarse la forma de que el P. Gerardo se desdiga públicamente de hacer hecho gala de su protección del arzobispo, pues es una ofensa grave que ha quedado en el corazón y la memoria de la gente.

6)     Gran parte del presbiterio no va a permaneces ajena a esta situación ni se prestará a dilaciones de ningún tipo para retardar la justicia. Lo que sea necesaria se hará por fidelidad y amor a toda la Iglesia desde esta iglesia particular de Oaxaca.

Después de escuchar estos testimonios, el arzobispo Chávez Botello les dijo a los sacerdotes denunciantes que no podía recibir a todas las personas que querían hablar con él. Los sacerdotes le insistieron en que por no escuchar a la gente, su autoridad moral se estaba menguando y desplazando hacia diferentes sacerdotes que sí escuchaban a los fieles. El arzobispo Chávez Botello respondió que para eso había instancias en la Iglesia, sin aclarar a cuáles se refería específicamente.

Al final de la cita, los sacerdotes le pidieron que hiciera una investigación honesta y objetiva. El arzobispo les dijo que esta ya estaba en marcha y que en unos días quedaría concluida. También le pidieron que, como lo exigían las comunidades afectadas, retirara a Silvestre de cualquier iglesia y lo enviara a “restablecerse”. El Arzobispo insistió que las investigaciones seguirían conforme al mandato de la Iglesia.

Para los sacerdotes denunciantes, el único efecto que tuvo esta reunión con el Arzobispo fue en su contra. Unos días después de la cita, el Diácono Ángel Noguera, fue removido de su parroquia en Santiago Camotlán. Y luego la Arquidiócesis exoneró a Silvestre.

Fue entonces que el caso de los niños indígenas de Oaxaca llegó a El Vaticano.

La próxima semana: Cuarta parte. Encubrimiento. Lee Lejanía (Primera Parte) y La Revelación (Segunda Parte).