Iris, una bebé originaria de Droitwich, ciudad de Inglaterra, cumplió su primer año de vida luego de que los médicos afirmaran por lo menos 30 veces que moriría, pues nació con una infección extremadamente grave que no pudieron controlar.

"Todo lo que nos dijeron diariamente durante cuatro semanas fue que mi bebé iba a morir. Llegó al punto en que no quería ir a visitarla porque estaba tan devastada de escuchar lo mismo. Se sentía como si hubieran perdido toda esperanza", cuenta Emma, de 42 años.

La noticia fue terrible ya que habían perdido a Monty, su primer hijo, tan sólo 57 minutos después de que naciera y cuando nació Iris, la llevaron directamente a la unidad de cuidados intensivos neonatales enfrentando desde allí muchos desafíos durante, incluida una neumonía cuando apenas tenía dos semanas.

Después comenzó a tener problemas para respirar y le suministraron antibióticos, pero cada día era lo mismo, los médicos afirmaron que moriría e incluso pensaron en retirarle el tratamiento, pero finalmente decidieron continuar, aunque en caso de que su corazón se detuviera, no la reanimarían.

En febrero de este 2002, los médicos descubrieron una masa abdominal que resultó ser sepsis y la causa de la grave infección. Mejoró con un tratamiento, pero tuvieron que incubarla una vez más y sus padres pasaron diez días más en el hospital mientras estaba siendo tratada por un virus respiratorio hasta que se volvió lo suficientemente fuerte como para regresar a casa.

Así, la bebé Iris ha estado con su familia desde finales de abril: "Estamos increíblemente orgullosos de Iris. Le han quitado el oxígeno y está haciendo cosas que los médicos nos dijeron que nunca podría hacer. Ahora está rodando e incluso intentando pararse, no creo que tenga más problemas", comentó su papá.