Hay una dicotomía en el mundo de las adaptaciones a cine; por un lado, las películas basadas en videojuegos salen muy mal en su mayoría, disgustando tanto a fans como a público en general; por otro lado, las películas que tocan el tema de los interactivos dentro de su trama, salen bien logradas, tal es el caso de El Juego de Ender, Avalon o Scott Pilgrim. Dentro de esto último se enmarca Ready Player One, siendo un filme muy divertido, pero con la diferencia de que no termina de redondear su temática.

La obra está basada en el libro homónimo de Ernest Cline. Aquí nos encontramos en el año 2045, donde el recurso más valioso del mundo es un juego MMO de nombre OASIS, creado por Donovan Halliday; quien al momento de su muerte declara que aquél que resuelva los tres acertijos ocultos que dejó en el interactivo y consiga las tres llaves, automáticamente se convertirá en su heredero y dueño total de la obra. Así, conocemos a Parzival, un joven gamer que idolatra a Halliday y que tiene como objetivo obtener esas llaves; sin embargo, lo que le parecía un simple hobby se convierte en cosa seria cuando se da cuenta de todo lo que implica es este "juego" para la gente y las grandes corporaciones.

Si bien la historia parte de la misma base que el texto, conforme se va desarrollando la trama, se notan claras separaciones; esto con el fin de amoldar el arco dramático literario a uno cinematográfico, por lo que aquellos seguidores de Cline, bien pueden verse decepcionados por las omisiones o cambios que se hacen. Aún así, el director, Steven Spielberg, logra entregar un relato coherente que gustará a todas las personas inmersas en la denominada "Cultura Geek", sobretodo a los "cazareferencias", pues Ready Player One está llena de ellas, no sólo visuales, también dentro de los diálogos.

Ahora bien, una película, a pesar de lo que parece indicarnos la actualidad, no se íntegra solamente de referencias, necesita mucho más. Es ahí donde entran los altibajos del filme. Si bien el ritmo es el adecuado, jamás se aletarga la acción y es visualmente impactante; donde falla es al tratar de cerrar la diversidad de temas que abarca; desde las corporaciones, hasta la evasión de la realidad, la película pone sobre la mesa varios tópicos que servirían para la discusión; sin embargo, su tratamiento pasa de largo sin que se ahonde en los mismos, dando como resultado algunas resoluciones por demás predecibles.

A esto hay que sumar que los personajes no tienen un buen desarrollo, todo es demasiado rápido e inmediato; fuera de Parzival y Art3mis, no hay una evolución en los diversos avatares que se nos presentan. De hecho, los secundarios parece que están ahí simple y sencillamente porque tienen que hacer acto de aparición, sin ningún otro trasfondo. Lo mismo va para los villanos, quienes son meramente anecdóticos, y cuyas justificaciones también son raquíticas.

Curiosamente, es Halliday quien resulta ser el más fascinante de toda la obra. Sus aportaciones son determinantes y es él quien al final del día se lleva todo el peso de la trama; lo que hace parecer a Ready Player One una historia centrada, no en los jugadores que aparecen en pantalla, sino en el creador del juego, sus miedos, ilusiones, errores y aciertos. Cuando vemos la película desde es punto de vista, toma un significado diferente; siendo el argumento algo más determinante.

En cuanto al apartado técnico, este es impecable, como mencionamos anteriormente. El mundo de OASIS es colorido y lleno de vida, los personajes están bien detallados y transmiten todas las emociones que uno esperaría; de verdad se aprecia el trabajo e investigación que se hizo para recrear el mundo virtual que Cline nos planteaba en su libro. Lo mismo va para los efectos de sonido y la música, todo está muy bien implementado, en realidad no hay un punto que rompa la inmersión del espectador.

Para bien o para mal, Ready Player One no es ni la mejor, ni la peor película de Steven Spielberg; es más una película de aventuras que se queda corta en su argumentación. Eso no significa que carezca de virtudes o sea algo detestable, en general es una cinta agradable que te entretendrá un buen rato; pero nada más allá de eso.