Dragon Ball Super llegó a su fin, dejándonos varias cosas con su desenlance; sin embargo, tal vez lo más destacado de los capítulos finales no fue lo que vimos en pantalla, sino lo que sucedió a su alrededor en varios países de América Latina.

Todo comenzó con una petición, como muchas otras, en Facebook, donde se pedía que se transmitiera la pelea de Goku y Jiren en pantalla gigante en una plaza pública de Coahuila, México; curiosamente, las autoridades de dicho Estado respondieron de manera afirmativa, lo que generó un efecto bola de nieve, que involucró a gobernadores, presidentes municipales, Crunchyroll, la propia Toei Animation y hasta el gobierno japonés; que terminó con la proyección de los capítulos 130 y 131 de Super.

Lo que se vio a continuación fue algo que jamás se hubiera esperado de una "simple" caricatura; como si fuera un espectáculo deportivo, concierto o mitin político; no decenas, ni centenas, miles de personas se reunieron en diversos puntos para presenciar 20 minutos (40 si contamos los dos episodios) de una serie animada. Gritando, llorando y aplaudiendo al unísono a estos héroes llegados de uno de los países más alejados de nuestra región. Con esto se dejó una cosa en claro, para los latinos, Dragon Ball es más que un programa de televisión, el algo cuasi-sagrado; el culto heroíco en su forma más pura.

Las imágenes de estas reuniones multitudinarias han dado la vuelta al mundo, siendo noticia principal en varios medios especializados como Anime News Network, IGN y Kotaku; en todos y cada uno de ellos se relata la pasión que se vive por el anime y como este puede mover a tanta gente. Siendo algo único que no pueden explicarse.

Y es que el culto a Dragon Ball es algo que no se sabe muy bien cómo racionalizarlo; gente de Japón, que viene a América Latina por diversas razones, muestra su sorpresa de saber, primero, que pasan anime en varios de los países de este territorio, y segundo, que la gente gusta mucho de Dragon Ball; algo inexplicable para ellos. Asimismo, gente latina relacionada con Goku y compañía tampoco entienden muy bien el fenómeno que es, uno de ellos es René García, actor de doblaje que interpreta a Vegeta; cuando se le preguntó el por qué Dragon Ball es tan querido, se limitó a decir "No Sé. Pero ya son dos generaciones fanáticas de Dragon Ball".

Tal vez, esto se deba a que conecta de manera directa con la infancia de muchos, aliviando un poco la realidad plena, que es gris en su mayoría; además de ser un punto de encuentro entre varias personas; hombres, mujeres, niños, niñas, adultos, ven en Goku y compañía al representativo, una correspondencia, algo hacia lo cual tender y que, al final del día, puede ser un revulsivo para su forma de desenvolverse en el mundo. Como lo mencionamos, un culto al héroe.

Ahora bien, este amor tiene un lado obscuro; y es que es tal el interés del público por ver a Goku, que no se tiene empacho en recurrir a medios ilegales para ver los capítulos o películas. En los 90 y principios del 2000, se tenían los VHS y DVD piratas; ahora, están las páginas que suben contenido sin permiso. No es mentira que Japón se ha enfrentado a esto desde que el anime se popularizó en todo el mundo desde hace más de 20 años, creando incluso comités gubernamentales. La razón es que el entretenimiento es uno de sus recursos más importantes, junto con la tecnología, de ahí que se cuide tanto para que no afecte su PIB en demasía. 

A pesar de contar con medios oficiales, como Crunchyroll, mucha gente (por diversas razones), prefiere obtener el material por otras plataformas; obviando el hecho de que eso afecta directamente el que más obras de este estilo lleguen a nuestra región, por no generar las ganancias suficientes. Esto puede sonar de un capitalismo rapaz, incluso injusto para algunas personas; pero al vivir en un sistema capitalista, este es el sustenta al anime y a Dragon Ball, para bien o para mal.

También está el hecho de que estamos en época electoral en México; y los políticos son capaces de agarrarse de cualquier lado con el fin de logra uno o dos votos más; a muchos analistas se les ha hecho oportunista el tener esta clase de transmisiones especiales, algo que nunca antes había pasado. El usar a Dragon Ball como estandarte político sería la peor perversión que se tendría de la franquicia; sí, más que Dragon Ball GT o Dragon Ball Evolution.

Como pueden ver, hablar de Dragon Ball aquí es cosa sería, que tiene muchas líneas de prolongación. Lo único que queda claro es que, en términos de entretenimiento, en Latinoamérica no hay Vengadores, Jedis, Hombres de Acero, Caballeros de la Noche o Mujeres Maravilla que valgan; al final del día todos somos Saiyajin.