Además de convertirte en parte de una cadena delictiva, comprar y usar gasolina robada tiene consecuencias catastróficas para los automóviles.

A tres semanas de la implementación del plan para erradicar este delito, comienza a surgir información que confirma que varias gasolineras -ubicadas principalmente en la zona del bajío-, compraban y vendían (con todo e impuestos) combustible robado. Aún se desconoce el número de gasolineras cómplices y si bien ahora es molesto hacer fila para echarle 100 pesos al tanque, se espera que la normalidad sea que los litros sean de a litro, no afecte a nuestros vehículos y estén libres de cualquier causal penal.

Las principales afectaciones mecánicas ocurren en los sistemas de carburación e inyección, bomba de gasolina y filtros son los más dañados. Una bomba de gasolina tiene un costo que oscila entre 2 y 4 mil pesos, sin contar el tiempo que costará encontrarla de acuerdo a tu modelo de vehículo.

De acuerdo con Autos RPM, que consultó a mecánicos especializados, los sistemas de inyección se dañan por obstrucción; la gasolina robada ofrece menor rendimiento al estar rebajada con sustancias como el petróleo o el agua; y si el uso ha sido constante, el motor comenzará a requerir reparaciones periódicas y costosas.

Si bien el gobierno federal no ha ofrecido una fecha tentativa para que todo vuelva a la normalidad, sí ha subrayado que las redes de robo de combustible continúan operando sobre ductos que ya han sido revisados, retrasando así su correcta operatividad.

Por ahora son pipas de Pemex quienes se encargan de la distribución en gasolineras. Cada día se despachan 128 millones de litros al día, 10 millones más que antes de la aplicación del plan.

Este miércoles, el presidente anunció una caída histórica en el robo de gasolinas, al pasar de más de mil a solo 27 pipas.