¿Qué es peor, una herida de bala o una cortadura con una hoja de papel? Hay personas que se quejan intensamente cuando padecen esta última, pero afirman no haber sentido dolor cuando un proyectil de arma de fuego los atravesó. 

Puede sonar absurdo, pero es más que posible, según lo ha comprobado un estudio que ha descubierto un mecanismo del cerebro que le permite regular la sensación de dolor.

La investigación, publicada el martes en la revista científica Cell Reports, compara el mecanismo con un termostato que puede aumentar o atenuar la temperatura de una habitación en una casa.

La autora principal del estudio, Yarimar Carrasquillo, investigadora del Centro Nacional para la Salud Integradora y Complementaria (NCCIH, por sus siglas en inglés), indicó que la región del cerebro responsable de este mecanismo es la amígdala central.

Dicha estructura cumple una función esencial en la decodificación de las emociones, indicó.

Trabajando con ratones, Carrasquillo y sus colegas descubrieron que la actividad en las neuronas que expresan la proteína quinasa C-delta amplifican el dolor.

La amígdala central parece jugar un doble papel en la regulación del dolor.

En tanto, las neuronas que expresan somatostina inhiben la cadena de transmisión en los nervios utilizados para comunicar el dolor.

La percepción del dolor es esencial para que una persona sepa que necesita ayuda, por ejemplo, en casos de apendicitis o un ataque cardíaco

Es por ello que las personas que nacen con insensibilidad al dolor no perciben la gravedad de sus lesiones y están en mayor peligro de muerte.

Sin embargo, no todos los dolores resultan útiles, como sucede con cerca del 11 por ciento de los adultos en Estados Unidos, que según un estudio de 2012, sufre dolor físico crónico.

Con frecuencia, ese tipo de afección genera dependencia a poderosos analgésicos como los opiáceos, o promueve la automedicación a través de productos inadecuados o ilegales.

Con base en ello, indicó cuán importante es el descubrimiento del mecanismo que regula el dolor:

"La reacción sana es: sientes dolor, te dice que algo está mal, recibes un tratamiento y el dolor se va. [Pero] en el caso del dolor crónico (...) el sistema está bloqueado. Si podemos identificar qué es lo que bloquea el sistema, podemos revertir el fenómeno".

Yarimar Carrasquillo, investigadora principal del estudio

Con información de AFP.