Es común que las personas aparentemente recuperadas de cáncer, vuelvan a desarrollar tumores años después de haberse sometido a tratamiento. El motivo, que por años ha permanecido como un misterio, parece haber sido descubierto por científicos del Instituto Wistar, en Filadelfia, Estados Unidos.

De acuerdo con uno de sus estudios, publicado en la revista Science Translational Medicine, la reaparición del cáncer sería culpa del llamado mal del siglo XXI: el estrés.

Los investigadores del Instituto Wistar afirman que las hormonas del estrés y las células inmunitarias llamadas neutrófilos tienen la capacidad de despertar las células cancerosas inactivas y provocar la reaparición de tumores años después de haber sido eliminados con tratamiento.

Con base en ello, los científicos sostienen que dirigirse a las hormonas del estrés con medicamentos aprobados conocidos como betabloqueantes podría ayudar a prevenir la reaparición de los tumores.

Los investigadores del Instituto Wistar descubrieron que las hormonas del estrés, como la noradrenalina, reactivan las células de cáncer de ovario y pulmón latentes en ratones.

Específicamente, los científicos encontraron que cuando los ratones eran sometidos a situaciones estresantes se elevaban los niveles de hormonas del estrés, lo que hacía que los neutrófilos liberaran proteínas S100A8 / A9 y moléculas grasas que, a su vez, provocaban que las células tumorales volvieran a despertar de la inactividad. 

Sin embargo, las células tumorales permanecieron inactivas en ratones estresados que recibieron un betabloqueante experimental.

El equipo también estudió muestras de suero de 80 pacientes a los que se les extirpó quirúrgicamente el cáncer de pulmón y vio que los pacientes que albergaban concentraciones más altas de S100A8/A9 tenían más probabilidades de haber experimentado una recurrencia 33 meses después de la cirugía.

Michela Perego, una de las autoras del estudio, afirma que los betabloqueantes o los compuestos que se dirigen a las proteínas S100A8/A9 deben evaluarse como posibles terapias para interrumpir el proceso de reactivación, sin embargo, reconoció la necesidad de modelos más sofisticados de inactividad de las células tumorales.

Con información de Europa Press