Además de ser uno de los elementos más representativos y vivos de la cultura mexicana, hace 15 años, el Día de Muertos fue declarado Obra Maestra del Patrimonio Cultural Oral e Inmaterial de la Humanidad, y para celebrarlo, por primera vez el vestíbulo de la sede de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) en París, se engalana con una de las ofrendas propias de la festividad. 

“El último viaje. Ofrenda homenaje a Sergio Pitol”, estará abierta al público hasta el 31 de octubre para rendir homenaje al escritor, traductor y diplomático mexicano, recientemente fallecido que durante los años setenta se desempeñó como agregado cultural de la Embajada de México en París por parte del Servicio Exterior Mexicano.

“Es una ofrenda tradicional, de carácter mestizo y con elementos representativos de México, como lo marca la costumbre. Cuenta con tres niveles en los que se representarán los planos: subterráneo, terrenal y aéreo”, señaló Amparo Rincón Pérez, responsable de dicha instalación en territorio francés. 

La intención de este montaje es mostrar un poco de la riqueza cultural que persiste en esta tradición mexicana fuertemente arraigada. “La realidad es que cada uno festeja a los muertos a su manera. La ofrenda, al ser una tradición ancestral de gran dinamismo, está sujeta a diversas transformaciones”, agregó. 

Copal e incienso, velas, frutas cítricas, cempasúchil de papel y flores naturales del lugar como crisantemos; sal, agua, pan de muerto, tamales, atole, frijoles y arroz con mole preparados en la capital parisina fueron colocados en esta ofrenda.

Desde México viajaron a París dulces y calaveritas de azúcar; jarritos y platos de barro elaborados en Puebla; además de juguetes populares provenientes de Guanajuato, creados por Gumersindo España, Don Shinda, entre otros objetos alusivos a la festividad.

“Se colocó un petate, elemento muy importante para el pueblo indígena, pues las celebraciones a los muertos estaban asociadas con el fin del ciclo agrícola y el renacer de uno nuevo. Cuando alguien moría se envolvía en un petate y enterraba, eso ayudaba a que el cuerpo se desintegrara más rápido y que la tierra brindara nuevos frutos.”, explicó Rincón Pérez. 

El altar también tiene una cruz, en representación de los puntos cardinales y el cuadrante que divide las cuatro estaciones del año, empleada también por muchos pueblos originarios en estas celebraciones. 

El Marichi, otra de las obras del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, declarada por la UNESCO también están presentes con piezas de cartonería hechas por el maestro artesano Sergio Otero. "Mariachi Los Penitentes" muestra una agrupación de músicos calavera, dejando claro el carácter festivo de estas fechas en México.