Sabes que has madurado y ya eres una persona adulta cuando te atreves a sacar un pie de las cobijas y no sientes que va a jalarte una fuerza extraña (como si tu sábana de muñequitos asustara a los monstruos y fantasmas), pero ¿por qué se vuelve vital dormir con una de nuestras extremidades inferiores a la intemperie?

La duda quedó despejada gracias a la ciencia.  

Resulta que para poder dormir, el cuerpo necesita disminuir un poco su temperatura y por eso es más fácil conciliar el sueño en un lugar frío que en uno caluroso, explica el neurocientífico Matthew Walker en su libro 'Por qué dormimos' (Why We Sleep) 

Para lograr enfriarse, utiliza la piel de manos, cabeza y pies que son zonas donde hay una gran cantidad de vasos sanguíneos cercanos a la superficie que permiten que la sangre se enfríe y corra a través del cuerpo generando una temperatura más baja.

Por supuesto, eso no puede pasar si las extremidades están bajo una montaña de suaves y calientes mantitas así que sacar un pie es la medida perfecta para ayudar a que el cuerpo se enfríe pero no se congele. 

Aunque no lo creas, en las personas que duermen con calcetines pasa algo muy similar. Por lo general se trata de gente que a la hora de acostase siente demasiado frío y por ello su cuerpo se empeña en mantener la mayor cantidad de calor posible así que realmente no llega a la temperatura necesaria para caer en los brazos de Morfeo. 

Al usar calcetines, la sangre alcanza un equilibrio en la temperatura y logra disminuir el grado necesario para descansar. 

Con información de Verne.